Reseteando

Presuntos con la conciencia tranquila

El general Francisco Espinosa Navas, en una imagen de archivo.

El general Francisco Espinosa Navas, en una imagen de archivo. / EPE

Javier Durán

Javier Durán

Al menos dos presuntos del caso Mediador han declarado que tienen la conciencia tranquila, cuando el periodista les pregunta, entiendo, en qué estado anímico se encuentran y si la almohada sobre la que reposan no se les convierte en el monstruo del lago Ness. En la Historia, con mayúsculas, hay individuos que he hecho verdaderas barbaridades y tienen la conciencia tan suave como la piel de un bebé. No hay impedimento alguno para que la conciencia coja un camino y el cuerpo otro distinto e incompatible con el primero. El general Espinosa, de la Benemérita, es la mismísima Marie Kondo ordenando los fajos de billetes de 500 euros dentro del armario donde guarda sus galones. Una vez que acaba, respira hondo, y se dice a sí mismo que su conciencia está en estado de letargo, como si hubiese salido de un masaje tailandés con aceites de romero. Este latiguillo que tanto utilizan estos presuntos corruptos trata de amansar la ferocidad con la que los observa la sociedad, que no es precisamente el vecino de toda la vida en Puerto del Rosario y que le debe mucho a la saga de los Fuentes. Recurrir a la tranquilidad de la conciencia no es otra cosa que jugar al despiste: todo lo que tengo está limpio de polvo y paja; las fotos y los vídeos son las trampas de Navarro Tacoronte, que, por cierto, manifestó al principio del jaleo que él no tenía la conciencia tranquila; las cenas son de trabajo; el puterío no es cierto; la rayas son Redoxón machacado... Ante la magistrada, el exalto mando de la Guardia Civil ultrajada declaró que metía pasta entre la ropa interior porque creía que el mundo se acababa por la pandemia. Suponemos entonces que pensó que ya no había conciencia, y que igual que en Ensayo sobre la ceguera los límites se habían disuelto. Tito Berni, por su parte, tiene la conciencia a punto de nieve para explotar debido a la tranquilidad y paz que logra con las profundas conversaciones que sostiene con su ganado de cabras. De la sede de Ferraz ya le han pedido que organice una convivencia en sus tierras para que la conciencia no les traicione.

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