Análisis

Un puchero excelso con vida y sabor

La cofradía dedicada al plato de las siete carnes se reúne en la

capital grancanaria para honrar al recordado César García Otero

Carlos Cuesta

Es toda una institución en la isla grancanaria ese portentoso puchero de las siete carnes. Un cocido en toda regla heredero de la medieval olla podrida por «poderida», fuerte e intensa y de marca judía, cuando los judíos sefardíes utilizaban como base de su alimentación el garbanzo acompañado, en ocasiones, por el cordero y la gallina, todo un suculento producto culinario.

Actualmente en España hay variedad de cocidos con marchamo de calidad contrastada y el puchero canario es uno de ellos. Y aquí, en estos territorios insulares de sol y sensaciones, la cocina es un exponente de pujanza, vida y libertad. Y un gran adalid de ese puchero de las siete carnes es el sabio gastrónomo Mario Hernández Bueno, historiador culinario y un gran empecinado en la promoción de los productos canarios allende las fronteras de su archipiélago.

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria surgió una entusiasta cofradía dedicada a este puchero sabroso y contundente que hace años probé con motivo de un congreso de prensa turística en el afamado hotel Santa Catalina. Y en ese recordado condumio no faltó la sopa reina con el tumbo de verduras-col, zanahoria, bubango, papa, habichuela, calabaza y ñame- y el tumbo de carnes y embutidos con el chorizo, tocino ibérico, ternera, costillas de cochino negro, gallina machorra, cordero, pichón y perdiz. Incluyendo el gofio escaldado con sus cabrillas, mojo de cilantro, vinagre de macho y las populares papas negras arrugadas con mojo colorado. Amén de los estupendos quesos artesanos grancanarios de oveja, cabra y vaca, siempre apoyados por el dulce de guayaba. Pantagruélico menú y una gran acogida por parte de Mario Hernández Bueno y los organizados cofrades.

En esta comida de recepción estaba mi paisano y magistrado César García Otero, un defensor a ultranza de la gastronomía local y enorme impulsor de esta galana cofradía del puchero de las siete carnes. Desgraciadamente César falleció en tiempo de pandemia afectado por una rápida enfermedad con la juventud por montera y la amistad,el trabajo de jurista y la familia como base capital de su existir. En el mejor vivir, morir y ante esta tragedia inesperada, sus amigos cofrades quieren dedicar el próximo encuentro culinario a este mozo asturiano de corazón grancanario culto, abierto que concitaba la voluntad de todos y un enamorado de los placeres vitales y de las cosas bien hechas. Un recordatorio sincero que servirá para mantener siempre la figura egregia y ejemplar de César como alma práctica y eficaz para la buena marcha del colectivo culinario. Y en este próximo encuentro también habrá un recuerdo póstumo para el empresario de la distribución de alimentos y bebidas Joaquín Galarza. En esta isla se vive a fondo la historia de la cocina y sus productos emblemáticos y la cofradía del puchero de las siete carnes se encarga desde hace más de 30 años de proyectar la calidad de los ingredientes domésticos con su garbanza casi extinta, con debates y sesiones culinarias para fomentar el rico acervo gastronómico de estos entornos.

La ausencia de César se ha dejado sentir notablemente y su recordatorio va parejo al disfrute amigo de esa olla grancanaria que alivia y consuela corazones rotos por la impotencia de una muerte sorpresiva y temprana. Bien por César, que a buen seguro estará disfrutando en ese paraíso ignoto, de las bondades de una felicidad eterna con el puchero local de trasfondo bíblico y los efluvios sonoros de una sinfonía inacabada.

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