Reflexión

Más sobre Chira-Soria

Trabajos preliminares de Salto de Chira en el muro de la presa de Soria

Trabajos preliminares de Salto de Chira en el muro de la presa de Soria / LP/DLP

Atilio González Hernández

Leí con mucho interés el artículo de opinión de La Provincia del 24 de Febrero, titulado «Las ilegalidades de Chira-Soria». Es una secuela de un primer artículo de los mismos autores sobre dicho asunto, publicado el 9 de Febrero y constituye una réplica a otro artículo -que desconozco- sobre dicho tema y que según dicen, se publicó en un diario digital.

El artículo de 9 de Febrero motivó unas reflexiones mías que La Provincia tuvo la amabilidad de publicar el 17 de Febrero. Ese nuevo artículo del 24 de Febrero al tema Chira-Soria también me da que pensar y por ello me gustaría compartir con ustedes unos comentarios al mismo, escritos desde el mayor respeto a sus autores y con el deseo de atenerme al viejo lema «hablando se entiende la gente».

La mayor parte del nuevo artículo trata —como el primero— de las razones o sinrazones legales del proyecto Chira-Soria. Como ya dije en mi primera reflexión, desde mi condición de ingeniero no tengo la preparación adecuada para intervenir con solvencia en una polémica jurídica. No obstante, supongo que alguna razón legal asistirá a los promotores del proyecto y a las entidades oficiales que lo apoyan, -entre ellas el Gobierno de Canarias y el Cabildo Insular- las cuales cuentan con excelentes gabinetes jurídicos que ya se apañarán para dar las respuestas oportunas a esas objeciones en el ámbito que corresponda.

En los puntos 5 y 6 del artículo del 24 de Febrero se aportan argumentos no jurídicos contra el proyecto Chira-Soria, apelando a lo que llaman «un modelo energético alternativo». Permítanme que los comente en las líneas siguientes:

En el punto 5 del artículo se indica que el fondo del problema reside en «la creación de una especie de monopolio eléctrico privado». Pero la central hidroeléctrica de Chira, que tendrá una potencia de 200 Mw, según la página web de Red Eléctrica podría satisfacer a plena potencia sólo el 36% del pico de la demanda de la isla de Gran Canaria. ¿Donde queda ese hipotético monopolio, si el 64% del pico de la demanda la satisfacen otros medios de generación de diferentes propietarios?. Por otra parte, aún suponiendo que tal monopolio fuera cierto -que como hemos visto no lo es- no sería ninguna novedad en Gran Canaria, porque nuestra isla ha dependido históricamente de sucesivos monopolios eléctricos que realizaban tanto la generación eléctrica como el transporte, la distribución y la gestión del sistema: como pasaba con Unelco y luego con Endesa.

Se añade en el apartado a) del punto 6: «poner en pie un sistema descentralizado, multipolar de red de redes». Suena muy bonito, pero no le encuentro sentido, al menos para nuestra isla. No creo que la descentralización y la multipolaridad sean principios válidos para sistemas eléctricos que proporcionen energía estable y económica. En los sistemas centralizados sus elementos están unidos por la exigencia del «eje eléctrico», que impone a todos en cada instante una misma frecuencia, y que para respetar esa frecuencia obliga a igualar en cada instante la oferta a la demanda. Así pues, la centralización es un requisito técnico de un sistema eléctrico moderno. Sería interesante que los proponentes del hipotético «sistema eléctrico descentralizado y multipolar» aportaran un ejemplo extraído del mundo real, para aclarar dudas y poder opinar sobre su aplicabilidad en la isla de Gran Canaria.

En el apartado b) se propone “evitar entregar nuestros fastuosos recursos energéticos primarios a transnacionales». No sabía que la isla de Gran Canaria tuviera recursos energéticos «fastuosos»….¡ni que fuéramos Catar!. En el artículo se aplica a Red Eléctrica el adjetivo «transnacional»: pero yo trabajé en esa empresa desde su fundación en 1985 -cuando era empresa pública- hasta mi prejubilación en el 2002 y tengo claro que Red Eléctrica de España ha sido y es una empresa española. Tal condición no obliga a que el 100% de su capital esté necesariamente en manos de personas o entidades españolas, ni que la empresa no pueda extender su actividad a otros países. En cualquier caso, las distinciones entre «nacional», «transnacional» y «multinacional» no son relevantes para este debate, que se refiere a la idoneidad de una infraestructura eléctrica y no a la discusión de un proyecto de Ley de Sociedades.

Luego se lamentan los autores de que el 95% de la potencia renovable instalada en Gran Canaria esté «mayoritariamente en manos de capital transnacional. Hecho que se debería revertir». Es esa una apelación —no justificada— a un capitalismo nacionalista, que no encaja en absoluto con nuestra pertenencia a la Comunidad Europea, donde impera una libre circulación de personas y capitales. Y una incomprensible restricción para una economía que depende para su supervivencia del turismo y la inversión internacional. Por otra parte, la primitiva Unelco estuvo controlada por capital norteamericano y la actual Endesa lo está por capital italiano, sin que nadie se rasgue las vestiduras por ello.

Es curiosa la referencia que se hace a «invadir sin ningún respeto a la naturaleza en nombre de las energías renovables». Parece como si olvidara que toda actividad humana tiene un coste medioambiental. Cuando yo era niño Las Palmas de Gran Canaria contaba con unos 150.000 habitantes y ahora tiene mas del doble. El coste de esa «invasión» humana para los ecosistemas del municipio ha sido enorme: multitud de lagartos, mamíferos, aves, insectos y plantas de todas clases perdieron su habitat centenario, para dar paso a una ciudad moderna y populosa. ¿Ese coste medioambiental está justificado? Yo creo que sí lo está. Opino que el ser humano es la figura central de la moral y que en la naturaleza —que es inconsciente— no existe el amor por la naturaleza, pues ese es un loable sentimiento exclusivamente humano. En este sentido es aplicable el dicho de Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas». Otros matices podrían introducirse desde un punto de vista religioso, sin que variara la conclusión.

Está claro que las instalaciones de energías renovables -como cualquier obra humana— tienen impacto medioambiental. Pienso que la solución no pasa por renunciar a ellas en nombre del bienestar de animales y plantas, sino por reducir en lo razonablemente posible ese impacto, de forma que los efectos beneficiosos que las nuevas infraestructuras tengan para la sociedad y la biosfera, compensen sobradamente sus efectos negativos para dicha biosfera. Viene a ser como en el matrimonio: si nos fijamos sólo en los defectos de nuestra pareja la convivencia resulta imposible; hay que valorar en primer lugar las cualidades de la otra parte.

En el proyecto Chira-Soria, además de efectos beneficiosos para los usuarios del sistema eléctrico —como un menor coste de la energía y una mejora de la estabilidad del sistema— hay también importantes efectos beneficiosos para la naturaleza. En primer lugar porque incluye una planta que produce agua dulce a partir de agua marina y la eleva a cotas altas de nuestra isla, donde se puede aprovechar mejor. Además, porque al mejorar la aportación de las energías eólica y solar a la red, permite reducir la aportación energética de las centrales eléctricas convencionales existentes en la isla —que funcionan mediante la combustión de hidrocarburos— y con ello reducir considerablemente la emisión de CO2 a la atmósfera.

Pienso que la buena información y el diálogo sosegado, son la mejor manera de contribuir a que los ciudadanos se formen un criterio razonable y justo. Y espero que esta aportación, que refleja exclusivamente mi punto de vista, contribuya a una mejor comprensión de las ventajas e inconvenientes asociados a una infraestructura energética tan compleja e importante para nuestra isla, como es la central de bombeo Chira-Soria.

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