Resetendo

Fotos que jamás se borran

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. / David Castro

Javier Durán

Javier Durán

Crece el pánico a las fotografías de políticos que posan o son cogidos en flagrante compañía con gente de mala reputación. El presidente Sánchez, llevado por la fiebre de enguarrar vidas, sacó de la sentina de la motora del narco Marcial Dorado una foto en la se ve a Núñez Feijóo con el delincuente. La imagen se obtuvo en 1995, se publicó en 2013 y resurge en 2023 bajo la mesa camilla de la pocilga del caso Mediador, expresión máxima de la descomposición del compromiso político. En el momento en que se abrió el obturador de la cámara, el candidato a Moncloa era el responsable de la sanidad gallega, si bien la instantánea se conoció siendo ya presidente de la Xunta. La placentera jornada marina deja de serlo –ninguna indiferencia es infinita– ocho años después, al ser condenado el anfitrión por narcotráfico. Cualquier foto con él es comprometedora, como queda patente cuando la imagen circula por las redacciones. Lo refrenda el hecho actual de que Sánchez, sibilinamente, advierta desde la tribuna que hay que calibrar bien al patrón antes de subirse al barco. En la fecha de autos, el futuro mirlo blanco del PP, al timón, luce cerca del omoplato izquierdo un churrete de crema protectora. El bodegón, al completo, traslada visualmente la energía de los triunfadores, individuos que escalan con seguridad y con zapatos caros de tafilete. No emana el ruido estético de la pandilla de Berni o del general, recibiendo putas en cholas y con pantalón de chandal. Pero ambas entregas, lejanas en el tiempo, conectan a través de un preciado hilo conductor: el poder que se dice a sí mismo, de aquí no nos baja ni dios. Este tipo de fotos en la política jamás se borran. Pueden desaparecer de la memoria del móvil, pero nunca logran conseguir el punto y final al morbo, como si se tratase de una ley de amnistía. No, estarán siempre ahí, en el ciberespacio de la curiosidad. Estos días se han visto las fotografías de Pedro Sánchez con los Fuentes, tío y sobrino, una verdadera maldición para el PSOE. Hace meses era material de campaña, ahora es pura dinamita para explicar la corrupción.

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