IN MEMORIAM

El farmacéutico que leía a Lorca

El pasado domingo falleció José Domingo Hernández Mayor, reconocido defensor de la profesión e hijo de dos ilustres personajes

Eduardo Manrique de Lara Martin-Neda

El pasado domingo 12 de marzo falleció en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria Don José Domingo Hernández Mayor, reconocido profesional del gremio farmacéutico e hijo de dos ilustres personajes de la sociedad grancanaria. Nació en Las Palmas de Gran Canaria el 3 de abril de 1934, pasando su infancia en el inmueble familiar sito en el barrio de Vegueta. Su personalidad y labor profesional están sin duda marcadas por la dilatada trayectoria de sus progenitores.

Su madre, Doña Josefina Mayor Falcón, mujer pionera y originaria del municipio de Telde, da nombre a una calle en la zona industrial de El Goro en Telde en reconocimiento a su labor profesional y social. Inusual en esa época, en los años veinte se traslada a Madrid para estudiar Farmacia, estando acreditada como una de las primeras mujeres canarias en realizar estudios universitarios. Fue Inspectora Farmacéutica y en la etapa de la posguerra elaboraba medicamentos cubriendo la asistencia farmacéutica de las familias pobres del municipio, a la vez que asesoraba al Ayuntamiento en asuntos relacionados con la higiene y la sanidad pública y entre otras actuaciones, fue quien redactó el primer Plan de Saneamiento de la ciudad de Telde para dotar a la población de agua de abasto en los años cincuenta. Tuvo la farmacia situada en la Plaza de San Gregorio 3, para luego trasladarla a la zona de Pedro Infinito en Las Palmas de Gran Canaria.

Por otro lado, su padre, Don Manuel Hernández Guerra, también farmacéutico originario del municipio de Tejeda da nombre a una calle de dicho municipio, y pertenece junto a sus dos hermanos, Francisco y José Domingo, a una parte importante de la historia del municipio de Tejeda y de la cultura y ciencia española. D. Manuel Hernández Guerra tuvo oficina de Farmacia en Obispo Codina y entre otras actividades creó laboratorios COOP, con objeto de cubrir las necesidades de medicamentos tras la guerra civil y fue fundador de la Cooperativa Farmacéutica Canaria.

En este sentido, D. José Domingo Hernández Guerra, tío de José Domingo Hernández, fue uno de los valores más firmes de la escuela fisiológica española, autor de libros junto al reconocido científico Severo Ochoa, galardonado en 1959 con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, y mantuvo una gran relación, que acabaría siendo muy profunda, con el que sería su maestro, Don Juan Negrín. Asimismo, J.D. Hernández Guerra es Hijo Predilecto a título póstumo y lleva el nombre de la calle principal del municipio de Tejeda.

José Domingo Hernández Mayor se casó con María del Carmen Apolinario Cambreleng, el 25 de septiembre de 1967, tuviendo siete hijos; Manuel Bartolomé, José Domingo, Lucrecia, María Jesús, María del Carmen, María del Pino y María Hernández Apolinario; y catorce nietos. Familia que siempre ha estado muy unida y apegada a unos valores familiares inquebrantables. Tuvo una dilatada trayectoria profesional, siempre ligada al sector farmacéutico de Canarias, donde desarrolló una extensa y reconocida labor. Estudió la carrera de Farmacia, haciendo el primer año en la Universidad de La Laguna para finalizar sus estudios en 1966 en Madrid.

Sus comienzos profesionales fueron como Funcionario de la Inspección Provincial de Farmacia de Las Palmas, realizando en dicho periodo inspección y análisis de alimentos, presidente de laboratorios COOP y Director técnico de HK Schmidt&Keehler. Posteriormente, a principios de 1974 se hizo cargo de la Oficina de Farmacia de su madre, sita en la calle Pedro Infinito de Las Palmas de Gran Canaria.

Compaginó esta labor a principios de los años noventa con la Presidencia de la Federación de Empresarios Farmacéuticos de Canarias y ostentó diversos cargos en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de la Provincia de Las Palmas en el que lo recuerdan con cariño y consideraron durante mucho tiempo alma máter del mismo.

José Domingo Hernández Mayor, siendo un hombre de ciencias inculcado sin duda por sus antepasados maternos y paternos, tenía dos grandes aficiones, la lectura y la conversación. Combinando ambas aficiones, y dotado de una gran memoria, sus charlas destilaban un gran conocimiento e interés por distintas materias, entre las que destacaba la literatura en general, sobre todo la generación del 27, donde Lorca era su poeta favorito.

Otra de sus pasiones era la pintura, tanto la local como en general. Trabó amistad con algunos pintores locales y con personajes de la cultura de su momento. Se le recuerda ir a los estudios simplemente a conversar durante una mañana para luego comprar alguna obra, adquiriendo a lo largo de los años una importante colección de artistas locales. . Un rasgo característico de su personalidad era la lealtad a los amigos, los cuales lo recuerdan como una persona independiente, con gran sentido del humor y divertido. Entre ellos destaca los también farmacéuticos Rafael Cárdenes y José Ramón García Lisón, con este último compartió colegio y estudios universitarios de farmacia en Madrid. Este recuerda innumerables anécdotas de José Domingo que reflejaban un profundo concepto de la amistad y siempre dispuesto a ayudar y disfrutar de la vida junto a sus amigos.

Igualmente, destacan los que le conocían lo independiente que era en cuanto a sus convicciones, y que jamás dejó de decir lo que pensaba en cualquier asunto sin importarle las consecuencias, actuando siempre como mejor creyó que procedía. Recuerda Don Ángel Marrero, conocido empresario originario de Tejeda, lo buena persona que era y su devoción por la familia. Le gusta rememorar cierta anécdota que refleja el carácter de José Domingo Hernández. Fue tras el fallecimiento de un joven empleado, Don Armando Almeida que murió trágicamente en un accidente de tráfico, y en el velatorio, afectado José Domingo por dicha pérdida, no dejaba de repetir que no había muerto un empleado, sino un amigo.

Sus últimos años los paso en su casa familiar siempre acompañado por su numerosa familia y amistades, y sus inseparables Peti, Maripino, Silvia y Mapi. Siempre atento a las noticias, a la actualidad en general y como no, a los devenires de su querida Unión Deportiva Las Palmas, donde no podía faltar el acompañamiento de un puro. Recuerdan los innumerables amigos de sus hijos lo alegre de esa casa donde no faltaba la buena compañía y la socarronería de José Domingo Hernández.

Don José Domingo Hernández Mayor, hombre amante de la ciencia y la cultura, dotado de una gran memoria e inteligencia, muy querido por sus numerosos amigos, y apreciado por el gremio farmacéutico, siempre respondió a unos principios y valores religiosos inquebrantables; y entre sus virtudes destacaban la honestidad, la independencia y el amor a su familia.

El próximo viernes 17 de marzo a las 19:00 horas, se celebrará la misa funeral en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Tafira Alta.

Descanse en paz.

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