Sigue el chorreo de supuestas conversaciones de Antonio Navarro Tacoronte, el mediador, con políticos y gestores de todo pelaje, unas veces insinuadas por él mismo y otras producto de las intervenciones telefónicas de la investigación. Me llama poderosamente la atención la facilidad que el oscuro personaje, con una trayectoria llena de lamparones, tiene para ascender y llegar al último escalón. Una accesibilidad demostrada por las fotografías recogidas en el sumario; una exhibición palanganera que desarma al ciudadano que tiene la aspiración de llegar hasta el que más manda para contarle el problema que ha convertido su vida en un infierno. La justificación de que nadie con un cargo público puede rechazar la petición de un ciudadano para un cara a cara, incluido al mediador, suena a triquiñuela repulsiva. Nadie de a pie lograría asentar sus posaderas en un despacho de la cúpula o hablar vía móvil con el que mueve los hilos de un departamento autonómico, cabildicio o municipal. Como mucho alcanzaría a oír la voz del Diputado del Común. Ni tampoco parece razonable que los grabados por el mediador accediesen a verse o a hablar con él sin antes saber la procedencia del sujeto y cuáles eran sus intenciones últimas. A medida que crece el globo, emerge el perfil de un individuo dedicado a los servicios especiales, una función de la que el poder no escapa y que se adhiere al mismo para triturar los principios éticos. Es la versión local de las cloacas del Estado, donde un administrador sibilino de información, pupilo del inefable Villarejo, salvando las distancias, pone en jaque la normalidad democrática esparciendo a diestro y siniestro la sospecha. Las porquerías del historial de Navarro Tacoronte son bisutería de la barata al lado de la gran evidencia: contaba con la protección del Estado, ya fuese a través de su condición de confidente del aparato policial, o bien por su conexión privilegiada con mandos de la Guardia Civil investigados. Era una buena carta de presentación para dejar la baba del caracol en un espacio ilimitado.
