Editorial

Paternidad: avances y tropiezos

Paternidad: avances y tropiezos

Paternidad: avances y tropiezos

La discriminación de género se expresa en todos los ámbitos y situaciones. En el mercado laboral, en el uso del entorno público, en el impacto de la violencia y, de un modo especial, en el espacio más íntimo. El hogar es el lugar donde se gesta y se consolida la desigualdad, también donde puede combatirse. Dos años después de la entrada en vigor de las 16 semanas del permiso de paternidad, se constata la gran aceptación de la medida. Pero, también, el camino que queda por recorrer para alcanzar la plena corresponsabilidad.

Desde enero de 2021, padres y madres disfrutan del mismo permiso: 16 semanas intransferibles y pagadas en su totalidad. La medida, largamente batallada, fue celebrada como un avance indiscutible en la igualdad. Los beneficios son múltiples: supone un apoyo decidido al ejercicio de la paternidad comprometida, aligera el peso de los cuidados sobre los hombros de las mujeres, impulsa la equidad laboral y ayuda a educar a los niños y niñas en la igualdad. Al fin, trabaja por una herencia libre de discriminación.

La crianza tiene algo de bumerán. Impacta en los hijos, pero también en los adultos responsables. Asumir el cuidado, tomar una infinidad de decisiones cotidianas, enfrentarse a los miedos e inseguridades, improvisar soluciones… Participar de un modo activo en la crianza teje unos vínculos afectivos determinados, también supone una carga emocional que puede ser más o menos llevadera. Todo depende de hasta qué punto es ejercida por ambos progenitores.

De las 16 semanas establecidas, las seis primeras son obligatorias y deben tomarse de forma ininterrumpida y a jornada completa. Las 10 restantes pueden disfrutarse de forma continuada o interrumpida dentro de los 12 meses siguientes al nacimiento del bebé. Y es aquí donde resulta conveniente poner el foco. El 74% de los padres han elegido disfrutar de las 16 semanas de forma continuada, junto a las madres. Al compartir la totalidad de la baja, es posible que no se hayan enfrentado en solitario a los trabajos del cuidado, cosa que puede incidir en una actitud más pasiva ante la crianza, más lejana. El eco de aquel yo ayudo en casa, sin aceptar que la responsabilidad de la casa recae sobre los hombros de ambos.

Entre las razones que han propiciado la mayoritaria elección de la baja continuada aparecen las dificultades burocráticas. Si se desea interrumpir el permiso, es preciso realizar un nuevo trámite y acordar con la empresa el nuevo periodo de baja y sus condiciones. Ante la precariedad laboral y el momento de colapso de la Seguridad Social, muchos trabajadores han optado por la baja continuada. En los últimos años, también son recurrentes los retrasos en el pago. La crisis del coronavirus tensó las costuras de un servicio ya de por sí tensionado. El aumento de expedientes y la falta de personal siguen lastrando la atención.

Las trabas existen y deben ir superándose. Pero a una medida de índole laboral no le sigue un cambio de mentalidad necesariamente ni de forma automática. La mayor implicación de los hombres en la crianza ha de suponer un cambio social de gran calado. En la medida en que los lazos creados en los primeros meses perduren cuando se incorporen al mercado laboral, no solo las mujeres se liberarán de parte de su carga mental, sino que las nuevas generaciones crecerán aprendiendo roles más igualitarios y poniendo en valor los cuidados.

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