Cartas a Gregorio

Saló

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Una de las secuencias más violentas de la película «Saló o los 120 días de Sodoma», del indomable director Pier Paolo Pasolini, es la que describe como uno de los protagonistas le pregunta a uno de los jóvenes efebos que tenía secuestrados, que cuál de los ojos prefería que le arrancara, si el derecho o el izquierdo, como parte de las torturas a las que les tenían sometidos.

Sin duda, una de las escenas más brutales que nos ha dejado el cine para mayor gloria del controvertido director italiano.

La cuestión es que preguntar si quieres vivir o morir, no es tan cruel como obligarte a decidir de qué forma quieres que te maten.

Algo parecido, aunque no parezca tan violento, es la pregunta que nos harán en las próximas elecciones. Te preguntarán si quieres votar a la izquierda o a la derecha, pero votes a quien votes y a pesar de lo que te prometan, también acabarán dejándote tuerto…

Tampoco abstenerte parece una buena opción, dado que estarás facilitándole el acceso al voto cautivo; ese voto que te condiciona para poder mantener el trabajo que te han facilitado los que están mandando, y que lo que quieren es seguir viviendo a tu costa por otros cuatro años.

Lo malo es que lo sabemos, y también sabemos que por el hecho de votar estamos dando nuestro consentimiento para que hagan y deshagan lo que quieran.

Pero ¿qué podemos hacer entonces, Gregorio…?, porque la normativa electoral no te permite expresar tu rechazo al sistema establecido.

Si fuera posible, habría que organizar un partido que representase el voto de los que no queremos votar a los partidos que se presentan y, aunque de momento pueda ser minoritario, se trata de una cuestión de ética y responsabilidad ante un sistema que solo protege a los que son arte y parte de lo que consideran que es su propio pastel…

Tenemos derecho a que cuente el voto de los que no comulgamos con las propuestas de ninguno de los partidos. Un voto contra el de los que solo representan a una parte de la ciudadanía pero que afecta al cien por cien de la población, dado que en España suele votar alrededor del setenta por ciento incluyendo los votos nulos.

Se da la circunstancia de que, aunque cada vez es menos el interés que existe por la política, la gente sigue votando. Pero la razón es que las administraciones han aumentado de forma excesiva su capítulo de contratados. Un personal que es fiel servidor del señor que gobierna, y que no querrá arriesgarse a un cambio de patrón.

Posiblemente sea esa la respuesta a la subida generalizada de precios, Gregorio, que la administración haya decidido recaudar más dinero vía impuestos para pagar lo que se gasta…

En esta nueva Sodoma solo hay dos clases sociales: la que vive de la política y la de los que vivimos para pagarla.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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