Reseteando

Feijóo prefiere desaparecer

Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo. / EP

Javier Durán

Javier Durán

Tamames una vez derrotada la moción de censura se convertirá en material fungible, más bien lo era desde que ofreció sus teorías. ¿Para qué quiere la ultraderecha a un catedrático casi nonagenario que cita a Machado como cierre del discurso? Lo mandan para casa a hacer calceta, que ya están hasta la coronilla del sí bwana y de recogerle el bastón. Pero lo más psicodélico de esta dosis de celtiberia ha sido la ausencia de Feijóo en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados, justificada por la celebración de un encuentro en los salones de la Embajada de Suecia. Rajoy se encerró el día que Sánchez lo censuró nada menos que ocho horas en el restaurante Arahy. Se ve que a los gallegos les encanta autotaladrarse. El escamoteado líder Feijóo no se jugaba la Presidencia de España, pero ha preferido desaparecer para hacer menos ostentosa su abstención a la estrafalaria moción de censura presentada por Vox. Un voto que trataría de contentar al sector conservador más cañero con los socialistas y Podemos, pero que también es a la vez una declaración de principios de cara a futuros pactos para la gobernabilidad del país. Sánchez y Yolanda Díaz dieron el campanazo de la salida electoral desde el Congreso. Y los populares, más a la zorra, lo han hecho desde la sede que alberga la diplomacia sueca, en consonancia con el camaleonismo del que hace gala la ultraderecha. No es lo mismo pasar la jornada con representantes de la Guinea de Obiang que con los herederos del malogrado Olof Palme, grande de la democracia. En la memoria queda el latigazo que le propinó Casado a Abascal en su anterior intento y el no del PP a la intención de Vox. Aquel resultó purgado y Feijóo el desaparecido no contempla por ahora una ruptura con los ultraderechistas, sino más bien tiene en cartera seguir con el experimento de Castilla y León. Su fuga pretende dar a entender que el delirio diseñado por Vox no merece ni una pizca de su atención, un desvarío que así y todo no es del grosor suficiente como para recibir el no. Lo de Tamames al lado de esto es pura granizada.

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