Observatorio

Sorber y soplar al mismo tiempo   

Sorber y soplar al  mismo tiempo   

Sorber y soplar al mismo tiempo    / Carme Poveda

Carme Poveda

El Banco Central Europeo ha priorizado su batalla contra la inflación a prevenir una posible crisis financiera, que hoy se vislumbra más lejana. Ha situado los tipos de interés en el 3,5% pero deja la puerta abierta a suavizar el ritmo de subidas en función de la situación económica y financiera. Más prudencia. Aun así, tras seis subidas de tipos desde julio, el mercado laboral español continúa mostrando una resistencia superior a lo previsible y, según los datos adelantados por el ministro Escrivá, la tendencia positiva se mantendrá en marzo. Esta aparente buena noticia puede no serlo del todo si acaba generando más presión sobre la inflación. De momento, este riesgo no se está materializando porque la tasa de paro no ha descendido tanto como para que la creación de empleo esté presionando al alza los salarios, que siguen creciendo por debajo de la inflación. En España la tasa de paro es del 12,9% en el cuarto trimestre de 2022 y los salarios de convenio crecieron un 2,8%. Pero ante el riesgo de que esto pueda acabar sucediendo, la política monetaria continuará endureciéndose, ejerciendo la función de sorber. Es decir, retirando los estímulos monetarios que adoptó durante la crisis sanitaria y continuando con las subidas de tipos de interés.

¿Por qué las subidas de tipos no están teniendo el efecto esperado sobre la bajada de la inflación? En primer lugar, hay que dejar tiempo para que la política monetaria extienda todos sus efectos. Se calcula que la subida de tipos tarda unos seis meses en trasladarse al coste de financiación y, por tanto, a comenzar a tener impacto sobre el consumo y la inversión. El consumo privado ya ha comenzado a descender en el cuarto trimestre y el sector inmobiliario comienza a frenarse. Sin embargo, la buena situación financiera de las familias y empresas con la que enfrentamos esta crisis (a diferencia de lo sucedido en 2008) está permitiendo soportar mejor la subida del coste del crédito. La segunda razón es que, a pesar de la subida de tipos nominales, los tipos de interés reales (descontada la inflación) todavía son negativos y, por tanto, ejercen un efecto expansivo sobre la economía. Finalmente, las subidas de tipos no están teniendo el impacto esperado porque existe una fuerza contrapuesta que estaría anulando parte de su efecto. Se trata de la política fiscal expansiva que están adoptando tanto el conjunto de la UE como los estados miembros. La Comisión Europea ha aprobado 806.900 millones de euros en los fondos Next Generation para el periodo 2021-2027. A esto hay que sumar el RePowerUE, dotado con 225.000 millones de euros para desconectar la economía europea de la energía rusa a través de la inversión en renovables.

Los programas de ayuda aprobados por los estados miembros para luchar contra los efectos de la inflación también añaden leña al fuego. Según la Comisión, el conjunto de la UE-27 ha destinado 672.000 millones de euros desde marzo de 2022 a medidas para proteger a ciudadanos y empresas, de los cuales solo el 30% estarían focalizadas en los colectivos más afectados y el resto serían generalistas. En España, el Banco de España estima que el conjunto de medidas adoptadas para apoyar a hogares y empresas tendría un impacto presupuestario de entre 34.000 y 40.000 millones de euros durante el horizonte temporal 2021-2025, que estaría concentrado en 2022 (suponiendo un 1,3%-1,4% del PIB) y 2023 (0,8%-1% del PIB).

Europa ya se ha dado cuenta de que no puede soplar y sorber al mismo tiempo, y ha anunciado la reactivación de las reglas fiscales europeas para el próximo año. Probablemente las nuevas reglas serán más flexibles de lo que fueron en la crisis de la deuda pública de 2010, pero, aun así, supone un aviso a los gobiernos para ir retirando las medidas que se adoptaron para hacer frente a la crisis energética, ahora que el precio de la energía ha vuelto a niveles previos a los de la guerra. Además, las subidas de tipos supondrán un incremento del gasto público, a pesar de que las primas de riesgo se mantienen bajas, sobre todo en aquellas economías más endeudadas que ya no tendrán el paraguas del BCE. Recordemos que en España la deuda pública representa el 115% del PIB, en Italia el 147% y en Francia el 113%. Las nuevas ayudas tendrán que ser necesariamente más selectivas, acotadas para colectivos vulnerables, y temporales. Pero no será hasta 2024 que, probablemente, la UE imponga nuevos criterios de austeridad fiscal. En España, ante las diferentes convocatorias electorales, tampoco se espera que los recortes de ayudas públicas se impongan este año. 

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