Opinión

En la Catedral contra Francisco el papa

El Papa Francisco sufre una infección respiratoria

Video: Agencia Atlas/AP-LaPresse Foto: Agencias

Eugenio Rodríguez

Reciente el X aniversario de Francisco, uno no deja de sorprenderse ni del forofismo de algunos con este Papa, que solo quiere llevar las aguas a tal o cual molino, ni de los enemigos que, con descaro creciente, aparecen dentro de la Iglesia.

Normalmente se considera díscolos (’de izquierda’) a los que quieren cambios, a veces cambios caprichosos, a veces cambios bien sugerentes. Ahí se puede meter, en mi opinión, a algunas gentes como la llamada ‘revuelta de mujeres en la Iglesia’, que más que de cambios sociopolíticos (vivienda, salario, sanidad para todos) buscan televisión y cambios superficiales en la vida interna de la Iglesia que preocupan bien poco al pueblo que sigue caminando hacia adelante.

Hay otros díscolos ‘de derechas’ que, puestos a dar la lata, son realmente correosos porque además son constantes y laboriosos. Viven enamorados del pasado y lo llaman Tradición. Muchos de ellos desconocen realmente hasta el Catecismo pero se sienten seguros de ser los reales guardianes del tesoro cristiano.

El reciente Pregón de Semana Santa en la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria ha sido un claro exponente de estos ‘díscolos de derechas’ que critican tan superficialmente al papa Francisco como los ‘díscolos de izquierda’ criticaban a Juan Pablo II o Benedicto XVI.

¿Hay algo del cristianismo propio del Vaticano II en las palabras del pregonero José de Armas Díaz? Posiblemente no se salve ni su idea de la Verdad. El propio Benedicto XVI se preocupó de articular la Verdad con el Amor (Caritas in Veritatis en su magnífico documento ‘social’, Deus caritas est en su documento programático, dedicado al Amor para sorpresa de la inmensa mayoría, que esperábamos un documento -precisamente- sobre la Verdad). Nada a tono con el Concilio las variadas alusiones, cargadas de sospechas, sobre Francisco. Sorprendente frente a una Iglesia cada día más sinodal el gozo con los emperadores Constantino y Teodosio. Exagerado en la percepción de la persecución a la Semana Santa.

De este lamentable Pregón en Santa Ana deduzco sin embargo dos enseñanzas que me producen gran alegría. En primer lugar, que vivimos en una Iglesia con libertad de expresión. No creo que tal discurso goce de la aprobación de los responsables de la Catedral y sin embargo ese cristianismo anclado en el pasado, que se goza de su idea de Pío XII (al que habrían insultado en su tiempo igualmente) y no de Francisco, puede hablar, no es silenciado. La Iglesia es recinto de paz, de pluralismo. En tiempos demasiado verticales en todo el espectro político, donde el líder tiene una características semimesiánicas, es un gozo ver que el Papa puede ser criticado en una catedral.

En segundo lugar, me parece tremendamente acertado el análisis del Papa (especialmente en el documento Alégrense y regocíjense, pero también en otros como Desiderio Desideravi) sobre dos formas de cristianismo tan extremas como lamentables: gnosticismo y pelagianismo. Con estas dos palabras, Francisco viene a decir que en la Iglesia ha habido siempre dos extremos que exagerando una parte de la verdad se pierden la Verdad más amplia. En lenguaje más actual podríamos decir que están igualmente equivocados los espiritualistas (tan piadosos) como los activistas (tan concretos en los actos); ‘regres’ y ‘progres’, para entendernos. Francisco, por su parte, sigue caminando con el pueblo por la delgada hoja de navaja del equilibrio.

En el Pregón de la Semana Santa palmense ha intentado desacreditar al Papa actual, pero más bien han sacado brillo a su testimonio y a sus llamadas. Siguen siendo necesarios los discípulos misioneros que hagamos carne las propuestas eclesiales que él simplemente ha ido recogiendo del Cuerpo Místico (al que precisamente Pío XII dedicó su encíclica programática) que es la Iglesia.

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