Desde mi noray

Cuando en San Telmo había astilleros

Cuando en San Telmo había astilleros

Cuando en San Telmo había astilleros

Juan F. Fonte

Juan F. Fonte

Aunque al estimado lector le parezca extraño, el Parque de San Telmo tuvo unos astilleros para construir barcos de madera, junto a la actual parroquia de San Bernardo, que llegaron a ser los más importantes de la Isla cuando no existía el puerto de La Luz. Dicha industria empezó a construirse el 30 de mayo de 1811. Fue diseñada por el ingeniero naval y jefe de escuadra de la Real Armada don Rafael Clavijo y Socas a iniciativa del Gremio de Mareantes de San Telmo, que agrupaba a todos los armadores y marinos, entre ellos al abuelo del escritor don Benito Pérez Galdós, que tenía dos barcos.

Empezaron a producir barcos en noviembre de 1812 con destino al cabotaje interinsular, la pesca en la costa de África y el tráfico con el Caribe. Entre ellos figuraban fragatas, bergantines, goletas, pailebotes, balandras y otras embarcaciones menores. Se botaban al agua en la playa lindante con el varadero, conocida como el charco de los abades, ante numeroso público congregado en las inmediaciones como una gran fiesta. Su primera embarcación fue la goleta de 44 toneladas bautizada La Africana en octubre de 1813, encargada por el armador don Cipriano Avilés.

La producción fue muy intensa, como prueba el hecho de que entre 1820 y 1882 se construyeran un total de 297 barcos con 8.400 toneladas. Fueron cuatro fragatas, diez bergantines, 38 goletas, 56 pailebotes, 189 balandras y otras embarcaciones menores. El astillero fue vendido a finales del siglo XIX por la Cofradía de Mareantes a la viuda de José Márquez, hasta que desapareció en 1910 con la botadura del famoso balandro Tirma por encargo de los hermanos Castillo. El Real Club Náutico lo adquirió dos años después y en la actualidad constituye todo una símbolo para la citada sociedad, que lo exhibe desde el año 2000 a la entrada como un bien de interés cultural que ha sido recientemente restaurado.

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