Reflexión

La aglutinante

Sumar, aparece con otras pretensiones no hegemónicas y sí participativas, aportando años de experiencia en el gobierno del país, aplacando impulsos primarios de sus congéneres de base

La ministra Yolanda Díaz presenta su formación política, Sumar, en Madrid.

La ministra Yolanda Díaz presenta su formación política, Sumar, en Madrid. / ISABEL INFANTES

Fernando Sagaseta

La fórmula que se propone a través de Yolanda Díaz Pérez como lideresa, en lo que hace a Canarias, ya ha conseguido algo, tener ante sí, a buena parte de la representación de la izquierda comprometida que quiso dejar presente su tentativa sobre el proyecto que representa.

Unos conscientes de que, si no, no verían sus propuestas alcanzar la dimensión de la materialización de éstas; otras, aquejadas del agotamiento intelectual por morar añoranzas; aquéllas otras, fatigadas de posibilismo u oportunismo, el «aquí estoy yo»; otros, incardinados en el norte del diario; y así un largo elenco.

Quiero pensar que Doña Yolanda Díaz me diría. Y qué, si todos sumamos.

Frustrar alternativas por no participar en el proceso, por querer garantizarse su supervivencia, dice bien poco de los principios promulgados a los cuatro vientos como el de la transparencia, y muy mucho sobre la manipulación. Los riesgos del sistema que se elija le serán propios, pero albergar dudas desde el inicio sobre cuál se elige es tentar la desconfianza, lo que ahuyenta la alternativa.

El PSOE sufrió su catarsis con Pedro Sánchez Pérez Castejón, y la ira de sus elementos hiso precipitar a los llamados «Barones», corrientes de opinión, y a sus líneas de pensamiento, en aquél partido clásico en su estructura, no sin la normal resistencia de aquéllos.

Las organizaciones humanas tienen como capital eso, a personas, en un caldo de cultivo vivo, cambiante, en el que se modulan actuaciones y pensamientos, como así, las estrategias a seguir:

El modelo de círculos, y sus diluciones en Vista Alegre I y II, de Podemos a Unidas podemos, se fue tornando en Más Madrid; Mareas; Compromís; Bcomú; Drago..., todos son proyectos identitarios, por lo que respeto a éstos......pero algo causo el desconcierto, y no apareció un elemento aglutinador.

Sin embargo, se han dado coaliciones como el «Pacto de la Flores» en Canarias, y en otras latitudes; y qué duda cabe, que, el pacto de coalición en el Gobierno Central está suponiendo un revulsivo social en todo el país de primer orden tras las debacles económicas sufridas en 2007 y 2011, y el corsé financiero sobre las clases medias, y las populares con la segunda recesión económica.

Hoy el país ya no se somete como antaño a las recetas economicistas de la UE, que básicamente auspició la concentración de capital, bancario; pero no sólo de éste, pues semejante fenómeno caló en otros sectores de la economía, así como rebajas para el despido.

Hoy desde el gobierno se proponen alternativas a la crisis energética; atendiendo y actuando ante el sobrevenido trance sanitario, con ERES y ERTES, subvencionando las gasolinas, y demás políticas coadyuvantes ante el resquebrajamiento de la estructura económica-financiera, y en pro de la pervivencia de la actividad empresarial y de los puestos de trabajo, atajando, además, aquellas políticas laborales que adelgazaron los derechos sociales y salariales.

Se redistribuyó la riqueza paulatinamente con mejoras en el SMI, y las pensiones; se atienden los efectos perniciosos ante la baja natalidad, ayudando a la conciliación familiar y afrontando el reto tecnológico con el trabajo telemático.

Las Pymes soportaron el mayor estrés, siendo éstas las que más empleo generan, y mejor vertebran a la sociedad impulsando nuevas iniciativas.

Han sido tantas las decisiones, que malograr éstas rayaría la mendicidad intelectual y moral que se achaca a la derecha española.

Todo lo anterior, y muchos otros avances, para unos, son meros parches, para otros, no lo son, y por lo que dicen las cifras, lo que se hace, se hace con éxito. Ya sabemos lo efímeros que son los sueños.

Luego, empeño y dedicación.

Retos muchos, saber establecer la prioridad de las tareas a afrontar en coherencia con la capacidad del país es el primero de ellos.

Si cada uno tira de la manta pasaremos frío. Por eso, saber integrar ha sido necesario con aquéllos sobre los que se dice son los herederos del terrorismo, del independentismo, y del nacionalismo histórico vasco o catalán; pero negar que se ha dado la oportunidad de visualizar que ellos son quienes han proporcionado a lo largo de la vigente legislatura la cohesión a un gobierno de coalición, es negar a éstos las muestras de pensar en el Estado, y no sólo en aquellos países que lo conforman.

Así, se ha tenido que asistir el gobierno de los decretos, y quizás se llegó a abusar de los mismos, para luego, ser votados para refrendar aquellas disposiciones en el Parlamento, como fórmula dinámica de negociación avanzada, sorteando así, las «inclemencias» de la normal actividad parlamentaria, obligado el gobierno así por lo ajustado de los votos necesarios, llevándose a cabo negociaciones que han rayado la laxitud de lo asumible, (léase sobre los delitos de sedición, fraude o corrupción) pero, que, sin embargo, han pacificado la vida política que viviéramos durante el trienio del esperpento.

La integración de las políticas de alianzas confunde, es cierto; pero no lo hace menos el temor real que está en los otros, sobre la pervivencia del bipartidismo como estructura orgánica del poder en España, que es lo que efectivamente está aconteciendo.

El PSOE, Unidas Podemos y los partidos nacionalistas o regionalistas y otras alternativas, han posibilitado la irrupción de la demanda social desclasada en y para la gobernabilidad del país.

¿Qué buscamos? La sórdida memoria que nos retrasó como país, la mentira, el embuste, el engaño, la especulación grosera.

¿Seremos capaces de amparar con nuestra actitud, las necesidades y avances sociales, o dejaremos expedito el camino a aquellos que obstaculizan y penalizan las políticas sociales alcanzadas y por obtener?

La derecha no se anda con remilgos, si han de colectivizar la demanda social de los iberoamericanos residentes (8% del censo en Madrid) a medio de gurús evangelistas, hágase. Ya habrá tiempo de arreglar con la Iglesia Católica. Bolsonaro ya experimentó con aquéllos y le dio réditos electorales. La fórmula de Viriato para otros.

Sumar, aparece con otras pretensiones no hegemónicas y sí participativas, aportando años de experiencia en el gobierno del país, aplacando impulsos primarios de sus congéneres de base, y comprendiendo que se gobierna para las mayorías sociales, y no para los nuestros, eso ya lo hacen otros, con sus políticas austericidas; con el desmantelamiento de los servicios sanitarios; o pagando los platos rotos de aquellas infraestructuras fallidas en lo económico.

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