Billete de vuelta

La inteligencia artificial mete miedo

La IA impulsa la inteligencia humana.

La IA impulsa la inteligencia humana. / Placidplace en Pixabay.

Francisco García

Llevamos años entregando nuestra vida en datos como cheque al portador a entidades que desconocemos, que saben todo acerca de nosotros, incluso lo que no nos gusta que se sepa, con capacidad para diseñar un retrato robot preciso de cada hijo de vecino. «Datos, datos, datos… Para hacer ladrillos necesito arcilla», reflexiona Sherlock Holmes en la fase previa a una de sus deducciones analíticas. Están usando todo lo que les hemos permitido que sepan de nosotros como arcilla para los algoritmos que construyen la inteligencia artificial. Y mete miedo.

Algunos expertos aventuran que la inteligencia artificial supondrá un hito para la humanidad del tamaño de la invención del fuego o la energía nuclear, elementos y tecnologías que han ayudado a mejorar la vida de nuestra especie pero que también suponen una amenaza para su conservación. Nos encontramos a las puertas de una forma de inteligencia muy superior en sus habilidades al cerebro humano, con capacidad de hacerlo mejor y en mucho menos tiempo. El superhombre de Nietzsche, los robots de Asimov, el Terminator de James Cameron…

Los beneficios de la inteligencia artificial son enormes: resolver problemas energéticos y alimentarios, ayudar a revertir el cambio climático, favorecer una medicina más eficiente y cirugías más precisas. Por el contrario, su desarrollo conlleva riesgos incalculables, como la aplicación armamentística, el control de la población mediante formas más eficientes de vigilancia masiva o la puesta de la tecnología al servicio de la mentira, por medio de «fake news» cada vez más sofisticadas e indetectables.

Desarrolladores de inteligencia artificial, legisladores, gobiernos e instituciones deben trabajar desde ya y al unísono en conseguir un progreso ético y benévolo de la inteligencia artificial, en un momento crucial para el futuro de la humanidad. En esencia, que las máquinas hagan de nosotros mejores seres humanos, no que nos esclavicen o nos destruyan.

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