Isla Martinica

La calle del malnombre

Tito Berni

Tito Berni

Eta es la vía ocupada por los «hedonistas fatigados», al decir de Óscar Wilde, que sabía mucho de la cosa. Es una calle muy transitada, especialmente en las últimas fechas, desde que se conoce que el gobierno de España va a cambiar, según avanzan la mayoría de los sondeos realizados por las agencias demoscópicas, menos, claro está, la del incombustible Tezanos. Los moradores de la calle del Malnombre constituyen un colectivo cada vez mayor, muy lejos del selecto club de esnobs del que nos informaba el grandullón dublinés, pero lo que se mantiene idéntico a su palabra es el perfil de los viandantes, todos ellos con un único objetivo en la vida, el de arrastrar su miserable existencia a la par que aburrirse mortalmente unos a otros. El hedonista, y además fatigado, tiene una sola misión con la que congraciarse y es la de la mentira.

Mentir y mentir, aunque se note la falacia. El disimulo ya no forma parte del protocolo de las buenas prácticas, ni falta que hace. Como también pronosticara el autor de La importancia de llamarse Ernesto, el arte de la mentira se ha perdido irremediablemente. De aquellas argucias con las que embelesar al incauto, se ha pasado a la penuria del mendaz de hoy, este pobre diablo que miente sin control, poco menos que una sombra de los más grandes felones de la historia. Al mentiroso de nuestro tiempo poco le duele que le cojan en un renuncio, porque, para él, como hedonista y vanidoso que es, le puede más el ego. Parece que se impone un nuevo modelo en la mentira.

La calle del Malnombre la pueblan el Mediador y el Tito Berni, pero no son los únicos. En realidad, la vía pertenece a un tipo singular, uno alumbrado por el Mayo del 68, en plena aventura psicodélica. Me refiero al pijoprogre, el de ahora y el de siempre, ese ser para el que Wilde reservó, aun sin haberlo tratado, la expresión que mejor le define, la de “hedonista fatigado”. Por favor, ¿cómo, si no, llamarían ustedes a estos personajes que deambulan por la política española con aires de suficiencia? Especímenes que, entre lujos asiáticos y desmayos fingidos, nos regalan, de tarde en tarde, con imágenes impagables y discursos insondables.

Prefiero que la propia calle del Malnombre hable por sus vecinos. Unos residentes que todos tenemos en la mente sin necesidad de nombrarlos. Se acercan las fechas electorales y, con ellas, nuestros protagonistas salen de su escondite en busca del voto de los ingenuos. Recordar que la mentira es su aliada natural no es sólo un aviso, sino una premonición. Ojalá no fuera así, pero Wilde vaticinó que el hedonista, aunque se aburra de la misma existencia, jamás se arrepentirá de su entrega a la buena vida y la molicie.

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