Inventario de perplejidades

La complicada disculpa de la señora Ayuso

Ayuso invita a los votantes de Vox a que vuelvan al PP: "O Sánchez o España"

PI STUDIO

José Manuel Ponte

José Manuel Ponte

Esperábamos una rectificación por parte de la señora Ayuso después de su alegato sobre el destino que hemos de dar a los partidos de izquierdas, unas entidades (en su opinión) anacrónicas y perfectamente inútiles a los que solo resta el tiro de gracia para que dejen de molestar. «¡Matadlos!», dijo la señora presidenta de la Comunidad autónoma de Madrid.

La enormidad es de grueso calibre y muy difícil de asimilar. En un país donde se mató tanto y tan injustamente entre vecinos, familiares, compañeros de trabajo, y seguidores de profetas más o menos alucinados, nos retrotrae a un tiempo y a un paisaje al que nadie querría retornar. En cualquier caso, la señora Ayuso tiene complicado ejercer la disculpa con algo más que el uso ritual de una excusa.

En el idioma oficial de este Estado se recoge una expresión muy común en el lenguaje coloquial. “Eso no lo digas ni en broma” habremos oído con alguna frecuencia. Se trata, pues, de una advertencia que evite una barbaridad como la que expresó la dirigente del PP respecto de los partidos de izquierda. Y por tanto no podemos hacer un uso retroactivo de la disculpa.

No es la primera vez que la señora Ayuso dice alguna inconsecuencia, pero eso en vez de restarle apoyo popular produce el efecto contrario y según se desprende de las encuestas no hace más que aumentar el número de electores que piensan votarla. ¿Es un fenómeno político perdurable llamado a marcar una época de la Historia de España? ¿O se trata de un producto de marketing dirigido por Miguel Ángel Rodríguez, que fue hombre de toda confianza de José María Aznar durante las dos legislaturas que pasó como inquilino en el palacio de La Moncloa. Difícil saberlo.

Desde la muerte de Franco en España, y aún antes (con Carrero Blanco), hubo un ‘número dos’ en la gobernación del país, Abril Martorell con Adolfo Suárez, Alfonso Guerra con Felipe González, José (Pepiño) Blanco, con Rodríguez Zapatero, Soraya Sáenz de Santamaría, con Mariano Rajoy, Iván Redondo con Pedro Sánchez. Y quedamos a la espera del próximo valido, que es como llamaban antaño a los que más mandaban por delegación del monarca. En esa función fueron famosos el Duque de Lerma, el Conde Duque de Olivares, el Marqués de Floridablanca y el de La Ensenada. Es tradición que el trabajo diplomático sea encargado a la aristocracia. Solo hay una excepción a esa regla general. Manuel Godoy, un plebeyo ennoblecido con el título de Príncipe de la Paz entre otros méritos por los que pudiera haber acreditado en la intimidad del dormitorio de la Reina.

Pero volvamos a la actualidad. La frase de la señora Ayuso «no tiene un pase», que diría un taurino. Y nos hace revivir aquel horrible grito de una muchedumbre recorriendo las calles del País Vasco vociferando ¡ETA, mátalos! Todos sabemos que las palabras matan y también que animan a matar. Piense en ello la presidenta de la comunidad autónoma.

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