Cartas a Gregorio

Rebelión en la granja

Cerdos en una macrogranja

Cerdos en una macrogranja / AP

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Supongo que ninguno de los cerdos de los que ahora se crían en inmensas granjas de Canarias estará de acuerdo con acabar en el estómago del consumidor, sobre todo, después de haber sido engordados y maltratados hasta la muerte para convertirlos en carne de alimentación humana.

Sin embargo, ahí siguen estando para eso, para ser un alimento fácil que nos sirva de sustento, y nada cambiará a menos que algún cerdo que sea más inteligente se atreva a organizar otra «Rebelión en la granja» como la que nos contó George Orwell en su famosa novela hace casi ochenta años, pero que tampoco sirvió de nada, porque los cerdos que entonces expulsaron a los humanos de la granja se hicieron igual de corruptos, demostrando que el abuso de poder es lo que corrompe.

La novela de Orwell es una alegoría al régimen soviético que representa como animales de una granja a los lideres totalitarios de los países europeos en la Segunda Guerra Mundial, pero podría referirse perfectamente a la situación que estamos viviendo actualmente.

En lo que a España se refiere, y más concretamente a las próximas elecciones locales de este mes, creo que votar es una pérdida de tiempo a la vista de lo que se nos ofrece, y una forma de implicarse en una farsa que solo nos conduce al desaliento y a la desilusión de los votantes.

Aunque si lo que pretendemos es dejar constancia de que ninguna de las opciones presentadas es de nuestro interés, lo mejor sería votar en blanco e intentar así que desaparezcan la mayoría de los partidos políticos.

Se sabe que en las elecciones locales se necesita como mínimo un 5% de votos para conseguir representación institucional, lo que, en principio, perjudica a los partidos pequeños, pero al menos, no le estaremos dando la oportunidad a esos partidos minoritarios para que vendan su voto a los de mayor calado, práctica muy habitual en Canarias.

Lo que no podemos es seguir participando en las elecciones sin ninguna garantía, porque haríamos como los cerdos, que no votan, pero que siguen pariendo cerditos para el consumo…

Por su parte habría que recordar que los animales también han sabido tomarse su venganza, como en el caso de las vacas locas.

Imagínate, entonces, Gregorio, que los miles de cerdos de las granjas porcinas canarias generaran una enfermedad para que todos los que consuman su carne gruñan como puercos, o para que los que consuman pollos de corrales industriales no parasen de cacarear…

Y es que las organizaciones públicas nos tienen enjaulados y engordando para producir el dinero que necesitan para sostenerse, Gregorio, así que habrá que ser tan inflexibles como los franceses, que este mes celebran los 55 años de la revolución de mayo.

Una democracia participativa necesita de la honestidad de sus representantes, de lo contrario cada vez serán menos los electores que se molesten en ir a votar.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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