Reseteando

Ratones coloraos y felinos morados

Javier Doreste y Gemma Martínez Soliño.

Javier Doreste y Gemma Martínez Soliño. / Juan Castro / Andrés Cruz

Javier Durán

Javier Durán

Aún a la búsqueda de la pitonisa/o que aclare el destino de la UD, nos llega como piedra en el tracto urinario un artículo en este periódico del concejal de Urbanismo, Javier Doreste, donde aclara a la podemita Gemma Martínez cuáles han sido las pepitas de oro del Tripartito y las suyas en particular. Cada vez que le cuadra en campaña, la cuestionada le toca la autoestima al ex de UP (y ahora no sé en dónde) y le afea la calidad de su trabajo como segundo del superfuncionario José Setién, jubilado después de legarnos una ciudad Frankenstein. Pero eso sería para una investigación con el apoyo de una veintena de becarios. A lo que íbamos. ¿Qué culpa tienen los lectores de las guerras intestinas entre ratones coloraos y felinos morados? ¿Qué pobre diablo se va a leer el inventario de las hazañas de Javier Doreste? Prefiero sus comentarios semanales de libros, y no oculto la envidia sana que me provoca su canibalismo como lector. El decapado progresivo del artefacto de los indignados, con fugas masivas de votos, hace admirable, y churrigueresco a la vez, que esta decadencia no haya ido en paralelo a una pérdida de atribuciones o, en su defecto, a una adaptación a las nuevas circunstancias. Las competencias en contienda entre podemitas y expodemitas, urbanismo y asuntos sociales, no son dos marías precisamente. La segunda, como bien se sabe, ha tenido (y tiene) en sus manos la resolución del atasco burocrático que afecta a miles de dependientes. La primera, forzada por el cambio climático, ha pasado a ser una competencia clave para ordenar de manera sostenible una capital, de tal forma que sin su efecto positivo poco se puede hacer en favor de un futuro esperanzador. El altísimo cometido de sus funciones, tan vinculado a la vida de la personas, contrasta con la ligereza con que los ratones coloraos y los felinos morados entran en conflicto, anteponiendo los arañazos y mordidas al interés de los que desean oír sus programas. Repito, insufrible ese recuento por el municipio ideal de Javier Doreste, tan cercano, tan lejano.

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