Venga, circule

Sucesión

Sucesión

Sucesión

Meryem El Mehdati

Meryem El Mehdati

En la madrugada del lunes 29 de mayo se emitió en HBO Max el último episodio de Succession, la serie de Jesse Armstrong sobre una familia de multimillonarios un tanto ruin y despreciable que, se rumorea, está inspirada en otra familia de multimillonarios bastante ruin y despreciable: los Murdoch. Este texto tiene spoilers de ese episodio final –de toda la temporada, en realidad- por lo que les ruego que no sigan leyendo si todavía no lo han visto o si no desean que les destripe la serie. Durante casi seis años algunos hemos seguido las diferentes tribulaciones de la familia Roy y hemos acompañado a sus miembros y a su círculo más próximo en sus luchas internas, traiciones e intentos de resolver la incógnita sobre la que se ha construido toda la serie. ¿Cuál de los cuatro hermanos heredaría uno de los mayores conglomerados de medios audiovisuales y entretenimiento del mundo, Waystar Royco? Hambrientos de aprobación y del amor de un padre tirano, déspota y cruel, tanto Kendall como Shiobhan y Roman han girado sobre sí mismos, se han caído, han dado dos pasos, han creído avanzar y haber ganado, por fin, el reconocimiento de su progenitor, solo para verse en cada temporada reducidos a la nada, engañados y abandonados de nuevo. Siempre ha existido la fascinación y la curiosidad por las vidas de aquellos que parecen pertenecer a un mundo paralelo al nuestro, con sus propias leyes y dinámicas, pero lo que llama de verdad la atención en Succession es la honestidad y el cinismo que parece dominar la historia de principio a fin. El mensaje de fondo es que, al final, nada importa y todo da igual. Así vive el 1%: son cucarachas sin principios, son inútiles, y, como su propio padre afirma en la última conversación que mantiene con ellos pocas horas antes de morir, «No sois gente seria». Todo lo que poseen ha venido dado por otros y aunque en algún que otro momento se enfrentan a este hecho (no son nada, solo son bullshit, tal y como afirma Roman a escasos minutos del final) ni uno solo de los hermanos es capaz de verse a sí mismo con claridad, al menos no hasta el final.

Los tres carecen de experiencia o de talento, y así se lanzan a una carrera casi histérica por desbancarse los unos a los otros y brillar ante Logan, que en cada temporada le promete su imperio a un hijo distinto siempre y cuando obedezca y cumpla con sus expectativas. Ni uno de los tres lo hace, claro está, porque resulta imposible complacer del todo a un déspota maltratador por mucho que ese déspota sea tu padre. En un final que a mí me ha parecido perfecto, Roman es el primero en ver la luz. De nuevo, nada importa nada y siempre caerán de pie porque viven en un mundo creado para ellos. En su última escena, tras firmar la venta a GoJo, sonríe porque no solo se ha librado de continuar con el legado de su familia sino que además ha conseguido que ninguno de sus hermanos se convierta en propietario de la empresa. Shiv, que siempre ha jugado la baza de ser la única que ha trabajado por cuenta ajena y se ha labrado una carrera profesional lejos de la sombra de su padre descubre que ni este ni sus hermanos la han respetado jamás y que su marido solo se dejaba manipular por ella porque era ella quien tenía el poder en su relación. Una vez Tom consigue hacerse con el puesto de director ejecutivo de Waystar sus papeles se intercambian y Siobhan pasa a convertirse en la persona a la que siempre detestó… su propia madre. Una mujer débil y distinta a la sombra de un hombre. En cuanto a Kendall, es difícil no tomarse su aseveración, un «Si no me das esto, moriré» al borde del desquicie y el llanto ante Shiv y Roman como la conclusión lógica del recorrido de su personaje. Muchas de sus escenas se configuran en la azotea de edificios altos o flotando en el mar sin rumbo, con la mirada perdida o los ojos cerrados. Waystar le fue prometida a los siete años como herencia, ¿quién es sin la empresa, sin la sombra de su padre? Quizá no sobreviva a la pérdida. Quizá sí. Por supuesto, los únicos dos triunfadores son los dos personajes más patéticos y sin escrúpulos de toda la serie: Tom y Greg. La vida en estas cosas suele funcionar así. No va de quién más se merece algo, sino de quién está dispuesto a humillarse y desprenderse de toda humanidad para conseguirlo.

Suscríbete para seguir leyendo