Reseteando

Vox enfila

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz nacional del partido en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros

El líder de Vox, Santiago Abascal (i) y el portavoz nacional del partido en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros / Ricardo Rubio - Europa Press

Javier Durán

Javier Durán

La repetición en Las Palmas de Gran Canaria del tripartito con la socialista Darias al frente no nos puede llevar a obviar la turbulencia de Vox y su discurso de extrema derecha populista en barrios suburbanos, principales caladeros del partido para lograr sus cuatro concejales. Es la tercerca fuerza política del pleno capitalino, por encima de NC y Podemos. Una representación que hubiese situado a los de Abascal como imprescindibles en el caso de que el PP hubiese podido sumar junto a otro partido. A la alianza sólo le hubiese bastado recabar dos votos para conformar una mayoría con o sin permiso de Feijóo.

¿Qué ha ocurrido para que Vox pase de los 4.831 votos de 2019 a los 17.249 del 28-M? Dividamos las razones en dos bloques: por un lado, el llamado voto del cabreo arraiga en la trama periférica, foco de una frustración que combina la idea de desatención y marginación frente al centro capitalino. En un segundo apartado, los posicionamientos más ideológicos, que en LPGC tendrían su raíz en la migración, asunto que nos pone en el mismo camino del ascenso de la opción en países como Francia y las fuentes de las que beben los votantes de Le Pen.

Si bien hace una década se daba por imposible que la tolerancia decayese, hablamos ahora de núcleos vecinales que rechazan la migración con la emisión de votos a favor de Vox, ya sea por la vecindad de los mismos con centros de acogida (La Isleta) o por ser los migrantes una parte relevante del vecindario. Identifican su presencia con delincuencia.

El cambio confirma los temores: ni este municipio ni Canarias (también Vox entra en la Cámara regional por primera vez) pueden soportar la falta de recursos para atender las oleadas de migrantes, con campamentos improvisados y masificados como el que se levantó en el muelle de Arguineguín. Vox exprime la circunstancia y el enredo Canarias-Estado sobre cómo afrontar el drama para obtener réditos electorales. La extrema derecha utiliza el descontrol para cimentar una versión nuclear de su propaganda: el migrante usurpa derechos y recursos económicos públicos que corresponden a los residentes o nacionales. Una culpabilidad que vale tanto para la queja por la larga espera por una operación quirúrgica, como para el retraso en la resolución de un expediente de Dependencia. El chivo expiatorio es el migrante.

Votantes de la extrema derecha popular en Almatriche, Las Rehoyas o La Suerte conforman el enfado contra un poder establecido en el centro, y que según ellos no acaba de entender las exigencias con respecto al transporte público, espacios comunitarios o más equipamientos sociosanitarios y educativos. A este electorado le da igual reforzar las posiciones de Vox contra el aborto, el pin parental, la reforma constitucional, la parada en seco del proceso de la memoria histórica o el desmontaje de la protección de los LGTBI... Votan desde el cabreo y la ira.

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