Sol y sombra

A cara de perro

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. / EFE

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Pedro Sánchez ha expresado en sus penúltimas voluntades que quiere un cara a cara con Feijóo cada semana de aquí a las elecciones de julio. Este último ha asentido, aunque no en la frecuencia deseada. Yo creo, sinceramente, que el presidente del Gobierno se queda corto, tendría que ser un debate diario. Comentaba un amigo que, al menos, en días alternos. Sigue sin parecerme suficiente, ¿por qué no uno a primera hora de la tarde y otro en prime time por la noche? Están más vistos que el tebeo, sobre todo Sánchez, pero descartado cualquier interés tampoco es el momento de dosificar la comunicación electoral. No hay que ser cicateros.

El doctor Narciso Moncloa todavía tiene muchas cosas que decirnos, cabe la posibilidad remota de que alguna de ellas sea verdad y no se convierta en palabra traicionada por un especialista consumado en hacer todo lo contrario de lo que asegura. El resto lo conocemos de sobra y en torno a ello solo planea la inútil insistencia de cualquier agitación propagandística: consistirá, si no me equivoco, en sacar a relucir por enésima vez la foto de su adversario popular, cuando era director de Correos, con el narcotraficante Marcial Dorado, y que Feijóo le devuelva a la actualidad mostrando las suyas con el etarra Arnaldo Otegi. Todo esto ya lo sabemos, y también aquello de que vuelven los fachas, la extrema derecha y la derecha extrema, una versión rescatada del famoso dóberman. Siguiendo un símil boxístico, Sánchez actúa como el aspirante que a cara de perro busca noquear a su rival cuando la victoria a los puntos parece ahora imposible, mientras arrincona a la izquierda extrema con la que no se ha entendido a lo largo de la legislatura pero que tendrá que volver a acercarse a ella, más tarde o temprano, con idénticas y disparatadas prerrogativas de inestabilidad en el horizonte. Mientras, aguardan independentistas y proetarras para volver a repetir la misma jugada de estos años inciertos.

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