Desde la ciudad arzobispal

Elsa Wolff

Elsa Wolff

Elsa Wolff

Antonio González Padrón

Hace ya unos cuantos años que publiqué un artículo titulado: Y Telde les unió. En él me refería a la entrañable amistad entre el poeta Fernando González Rodríguez y el profesor Alfonso Armas Ayala. Ahora, he vuelto a recordarlo para iniciar estas palabras dedicadas a Elsa Wolff, amiga y cómplice de Hilda Zudán. El Servicio Secreto Español fue alertado del arribo al Puerto de La Luz en Las Palmas de Gran Canaria, de una «activista comunista» de origen alemán llamada Elsa Wolff, por lo que no ha de extrañarnos que, nada más pisar suelo insular, las autoridades de la tan idealizada II República Española la detuvieran para llevar a cabo un exhaustivo interrogatorio que aclarase de una vez por todas el motivo de su llegada y más que posible larga estancia entre nosotros. Dejándola libre, pero bajo vigilancia, se le permitió establecerse en la ciudad de Telde en compañía de su esposo, ambos educados según la ortodoxia marxista-leninista, y comenzaron a participar en encuentros con los pocos comunistas que, por entonces, había en la ciudad. Destacamos su concienzuda retórica y su facilidad nada común para la oratoria, armas ambas nada desdeñables y siempre plausibles para cualquier proselitismo ideológico. Feminista, aunque nada extremista, abogaba por la igualdad entre el hombre y la mujer, reclamando para ésta ultima la misma educación y formación académica que para los varones. Su ateísmo militante, le hace entrar en desacuerdos más que notorios con Hilda Zudán, que, si bien aplaudía la igualdad de las clases sociales, la liberación de los campesinos y obreros, así como la emancipación de la mujer, no estaba nada de acuerdo ante el anticlericalismo y la anti- religiosidad de la germana. Ambas sufrieron en sus propias carnes y en sus espíritus indómitos los desaires y vejaciones de muchos de sus conciudadanos, pero tal vez los más que les dolieron fueron los de sus propios correligionarios. No entendían como gentes de izquierda (Partido Republicano Radical, Partido Republicano Federal, Izquierda Republicana, PSOE, Partido Comunista y CNT), hacían burla manifiesta de sus convicciones ideológicas, por las que luchaban todos y cada uno de los días. La creación de bibliotecas públicas, la invitación a conferencias, charlas, debates, clases nocturnas para adultos, etc., fueron una constante en aquellos años tan convulsos de finales de la República en Canarias.

Elsa poseía una gran cultura nacida del estudio y no gustaba de improvisar sus acciones. Teoría y práctica debían caminar cogidas de la mano como solución a las múltiples deficiencias sociales tan evidentes como sangrantes de aquella sociedad clasista por demás y contra aquella República burguesa, que según ella distaba mucho de querer abolir ese status quo. Su doctrina proletaria la extendió a otras localidades del sur de Gran Canaria, de la que Telde siempre fue puerta de entrada. En el libro Fraulein Elsa – Lettres de Romain Rolland a Elsa Wolff / Chaier Romain Rolland N°14 (Cartas de Romain Rolland a Elsa Wolff de Rolland Romain / Cheval Rene), pueden corroborar todo lo dicho.

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