Reseteando

El pacto que nace con ‘Oscar’

La borrasca Óscar deja lluvias en los municipios de Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana en Gran Canaria.

La borrasca Óscar deja lluvias en los municipios de Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana en Gran Canaria. / LP/DLP

Javier Durán

Javier Durán

No hay nada mejor que vivir la experiencia de primera mano para conocer la necesidad abrumadora de la aplicación de una medida, en este caso correctora. El fenómeno es la tormenta Óscar, que ha regado zonas altas de la Isla, mientras que la capital y las medianías viven un calor abrasador que convierte en no recomendable cualquier actividad sin sombra. Quizás hasta podría ser que a la hora en que este periódico circule por los bazares este cayendo la tromba del siglo. Se trata del cambio climático, una de las prioridades que anuncia el pacto Clavijo-Domínguez (CC-PP), que a través de Óscar y sus óscaritos ha podido comprobar la importancia de que Canarias tenga de una vez por todas una política para la descarbonización. A fin de no meter el dedo en la cortesía de los cien días, damos por constatado que lo tienen in mente dado que recogen entre su decálogo la reforma de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. No sabemos hasta dónde se va a reformular ni cuánto va a tardar la realización del propósito, si vamos hacia un texto más o menos intransigente, o bien si late tras la iniciativa el tan cacareado deseo de desburocratizar la administración canaria. No obstante, repetimos, parece patente de que el Archipiélago necesita de una vez por todas una política que enfríe y disipe los efectos perversos que conlleva el asentamiento de la contaminación atmosférica. La urgencia, si cabe, es mayor que en un territorio continental, especialmente por una condición insular que debe al turismo su evolución en positivo del PIB. Un giro radical de las temperaturas a un lado u otro, o imprevistos que escapan de una monitorización, sería desastroso para una industria atada a la climatología. La contrahecha tormenta Óscar, con sus lluvias y su eficiente poder calórico, es la prueba fechaciente de que las alteraciones están aquí. Lo vaticinan los científicos desde hace décadas y lo sufren ya los ciudadanos de a pie en sus propias carnes. Pero así y todo los ejecutivos no acaban por hacer del asunto un tema capital, más alla de crear la consejería correspondiente.

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