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Despedida

Despedida a Julio Viera. Un artista de la Escuela

Julio Viera, pasión creativa.

Desde la Escuela Luján Pérez queremos dar nuestro último adiós a un ser único, un artista de gran magia y poesía, Julio Viera. Nacido en el año 1934, Julio vivió una vida dedicada al arte y a la exploración constante de su propio mundo surrealista.

Desde su infancia en el barrio de San Cristóbal, en Las Palmas, Julio demostró una inclinación natural hacia el arte. Aunque era autodidacta, no dejó que esto limitara su búsqueda de conocimiento y perfección en el dibujo, la pintura y la escultura. Su formación lo llevó a recorrer diferentes países europeos, absorbiendo la influencia de diversas culturas y estilos artísticos.

Frente a la figura de Julio Viera, podemos vislumbrar un hombre que vivía con una actitud valiente y libre tanto hacia la pintura como hacia la vida en general. En todo momento actuó con voluntad propia, sin dejarse constreñir por normas establecidas, consciente de su vocación surrealista. Su conexión con el mar, reflejada en su obra, nos recordaba sus orígenes en el barrio marinero de San Cristóbal, especialmente a través de la constante representación de su «Castillo ciclópeo».

Es importante destacar que el surrealismo ha dado lugar a importantes artistas en las Islas Canarias, y Julio Viera se encuentra enalteciendo ese legado junto a otros nombres destacados como Óscar Domínguez, Juan Ismael, Jorge López y Paco Juan Déniz. Sin embargo, Julio Viera poseía una peculiaridad en su arte, la cual radicaba en su capacidad para evocar una irrealidad mágica y poética mediante la representación de objetos dispares y extraños. Sus obras nos sumergen en un desconcierto cautivador y nos invitan a explorar lo desconocido a través de su visión visionaria y onírica.

Como pintor, Julio Viera se destacaba por su habilidad impresionante en el uso del color y un dibujo excepcional. Su creatividad desbordante dejó un legado artístico que nos invita a reflexionar. El humor, que era una parte esencial tanto de su vida como de su obra, se encuentra presente no solo en sus pinturas, sino también en sus textos, donde utilizó la sátira con inteligencia para reflexionar desde su cenobio metafísico.

Julio Viera admiraba a pintores como El Bosco y Arcimboldo, así como a la «arquitectura líquida» del genial Gaudí. Sin embargo, fue Salvador Dalí quien ejerció la influencia más marcada en su obra. Julio absorbía todo lo que encontraba a su paso con una mirada curiosa y sedienta de conocimiento, lo que le otorgaba una personalidad única y una forma de expresión artística inimitable.

Hoy nos despedimos de un gran artista, de un hombre que nos transportó a través de la magia, el desconcierto y la belleza de su mundo surrealista. Su legado perdurará en nuestros corazones y en las mentes de aquellos que apreciamos su obra. Que su espíritu siga explorando nuevas dimensiones y que su arte continúe inspirándonos a todos.

Descansa en paz, Julio Viera. Gracias por regalarnos tu visión única del mundo y por enseñarnos a soñar en lo irreal.

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