Escucho el discurso de Alberto Núñez Feijoo. Es el discurso de un tipo moderado de centro derecha. Se compromete a mantener el impuesto a la banca y lo que se ha llamado el escudo social. También ofrece grandes pactos con vocación de transversalidad. No, no es una oración capaz de seducir a un socialdemócrata, pero tampoco de espantarlo. Una señora o un señor de centroizquierda podría asumirlo – en sus partes centrales – si su partido socialdemócrata se hubiera radicalizado estúpida e irresponsablemente. Lo malo es que se trata de un discurso de investidura, no de un mitin electoral. Y en esa Cámara Núñez Feijoo lo tiene imposible. Pero no porque sea de derechas, sino porque las derechas independentistas tienen más fácil conseguir sus objetivos con el PSOE de Pedro Sánchez. Y porque el líder del PP debe contar igualmente con el voto de Vox, una organización política de ultraderecha que tiene como objetivo programático desmontar el Estado autonómico. Y ya está. El máximo responsable del PP sigue sin aclarar dos cosas: su modelo político-territorial del Estado y el papel de Vox en un gobierno que él presidiera. Luego está de voluntad de arrasar de Sánchez y su tropa. «Feijoo va a opositar a jefe de la oposición». Si eso creen, que empiecen a reconocerlo como tal. Pero no lo hacen, sino que vierten un poco de ácido de humillación en la impotencia de los conservadores. Sánchez no participa en el debate, pero tampoco lo hace el portavoz del grupo parlamentario socialista, Patxi López. Eligen a un diputado más o menos anónimo como gesto de desprecio. En las dos ocasiones en las que Sánchez se presentó a una investidura fallida – y que todos sabían que no podía prosperar – le dio la réplica Mariano Rajoy.
Ahora mismo son más respetuosas con la inteligencia ajena las suposiciones que los pronósticos. Servidor descree que Junts per Catalunya vote a favor de que Pedro Sánchez sea investido presidente del Gobierno. Todo lo que estén negociando –incluyendo esa puerca amnistía – valdrá solo la abstención de los siete diputados de Puigdemont para que pueda escapar del desastre, siempre y cuando CC respalde al presidente. Del debate de ayer, del fondo y la forma de JxC en la tribuna, cabe deducir el espanto infernal de una legislatura deliberadamente inestable por parte de los independentistas vascos y catalanes. Sobre todo, los catalanes, enfrentados electoralmente entre sí en su país. Lo explicó muy bien Gabriel Rufián: «La amnistía para los hechos del 1 octubre (de 2017) servirá para que sea posible otro 1 de octubre». Es impresionante que se suelte esto en el Congreso de los Diputados y el PSOE sanchistizado siga adelante hacia el precipicio. Supone un ejercicio de irresponsabilidad colosal y delirante. Una vez investido Sánchez JxC le hará sudar sangre en todas las votaciones que le plazca. Ya veremos si son capaces de aprobar unos presupuestos generales del Estado. Lo peor es escuchar una y otra vez – lo ha repetido cacatuamente Ángel Víctor Torres – que España no se rompe mientras el PSOE chalanea y pacta con fuerzas políticas que ayer mismo, en el Congreso de los Diputados, insistieron en su determinación de romper el país. Y la ruptura no comenzará por un tremolar de banderas en la calle ni entre clarines o trompetas. La bomba lapa a la cohesión territorial serán los acuerdos con JxC y Esquerra Republicana para una quita sustancial de la deuda de Cataluña con el Estado y un aumento de transferencias de capital al Govern de la Generalitat para empezar a apoquinar esa fantasiosa deuda histórica. Esa asimetría financiera y su impacto en las cuentas autonómicas será lo que comenzará a desgajar al país, no el uso del catalán, el vasco y el gallego en las Cortes.
Y de ahí extraigo la última suposición. Sánchez quiere ganar tiempo, quiere seguir siendo presidente, para decidir cuándo convocar de nuevo elecciones. Y lo hará el año que viene porque está convencido que las previsiones demoscópicas le serán favorables. ¿No ha tenido siempre suerte? ¿No ha triunfado siempre gracias a su audacia? Lo repetirá de nuevo. Y será –supongo- la última.