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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Periodista

Niños y adolescentes colapsados

El estudiante fue detenido en el instituto de Jerez cuando aún portaba dos cuchillos

Todavía hay estúpidos que sostienen que una formación en las aulas de valores ciudadanos y solidarios es infiltrar ideología en el cerebro. Los impedimentos en España a este tipo de formación, primero por la Iglesia y su obsesión contra el laicismo, y ahora por la ultraderecha, lastran la metodología para frenar la crecida de la violencia entre niños y adolescentes, violaciones, abusos sexuales, acoso en todas sus vertientes y la utilización de los móviles para hacer sus pinitos con la IA desde los instintos más miserables. La crisis de autoridad, tanto de los padres como del propio sistema educativo, expande una realidad bastante poco halagüeña, con miradas de reojo, pero con temor, a esos episodios tremendos de violencia en institutos de los EEUU, donde estudiantes inclasificables matan con un arma a varios compañeros de clase. Aquí aun no hemos llegado a este estadio, estamos en la fase de los cuchillos, como quedó patente ayer en un instituto de Jerez: un alumno de 14 años, aparentemente incapaz de un ataque de esas características, acuchillo a compañeros y profesores. La estupefacción ante los hechos no sirve de nada, ni creo tampoco que los propios docentes puedan resolver esta oleada por sí solos. En los años 80, el modelo educativo no tuvo la fortaleza intelectual necesaria para trasladar a alumnos y padres la potencia destructiva de la droga. Y el resultado evidente es que la sobredosis se abrió camino entre unas familias desinformadas, con daños brutales, mayores en las clases bajas de los barrios de la periferia, pero también sobre los hijos de profesionales de alto poder adquisitivo. Sin que la droga sea una lacra extinguida, décadas y décadas después aparece la dominación tecnológica, unas herramientas que modelan el modo de ver el mundo de los adolescentes, también de los niños. Gracias a la autonomía de la que gozan para acceder sin límites a contenidos realmente oscuros, han logrado difuminar las generaciones: son adultos antes de tiempo, tanto para lo bueno (si hubiese algo) como para lo malo. Sólo los puede salvar el civismo.

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