La Provincia - Diario de Las Palmas

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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Periodista

Paraíso y ratonera en la noche

Atlas Agencia

Apunto de cumplirse cuarenta años del incendio que se desató en Alcalá 20, 82 muertos, vuelve el olor a una pira de plástico, cartón piedra y textiles: el material que chamuscó vidas y vidas aquella noche de La Movida madrileña. «Mami, la amo, vamos a morir», escribió una joven en el móvil cuando las llamas subían como lenguas en Fonda Milagros, en Murcia. Nadie piensa en el punto y final al entrar en uno de esos templos inflamables, sino más bien en tirar de las cisterna y mandar al cubo de la basura todas las piedras que se llevan sobre la espalda. En 1983, en Alcalá, tampoco era diferente. A través de una escalera tortuosa hasta el subsuelo, aquel 17 de diciembre bajaban cientos y cientos decididos a celebrar miles y miles de historias personales y una común: había que comerse el mundo a pedazos. [Víspera navideña y uno ya en la Isla, porque, en caso contrario, seguro que hubiese estado metido en la olla. Al día siguiente, aun con la legaña pegada, recuento de los amigos a través de los fijos de Telefónica, porque era el sitio de culto, de los grandes conciertos y del amanecer en la Puerta del Sol con los periódicos frescos como lechugas regadas]. Igual que hace 40 años, los latinos, los reyes del mambo de la noche murciana, perecen bajo el fuego indómito de los materiales asesinos, nunca vistos por esas inspecciones que tardan en llegar un océano, por no hablar de las ejecución de una orden de cierre que parece venir de un más allá. Y lo más cruento es que, tanto ahora como ayer, la fiesta sigue en una especie de ruleta rusa, con la suerte echada a que no salte la chispa más descomunal. La chica que escribió a su querida madre con desesperación, redactando el epitafio virtual más solemne, sabía que su vida no valía ni una libra de carne de vacuno. ¡Ojalá no haya sido así! Todos saben que los estómagos de esas arquitecturas laberínticas, surgidas de añadidos y añadidos, esconden verdaderos colosos entregados a la causa de elevar el aforo hasta el infinito. Por algo, desde 2022 tenía una clausura en curso, pero la tumba seguía abierta de par en par.

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