Retiro lo escrito

El bajo cargo

José Manuel Bermúdez, con el bastón de mando.

José Manuel Bermúdez, con el bastón de mando. / Efe

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Los esfuerzos pasados y presentes de José Bermúdez, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, para que los vecinos de las viviendas sociales de Añaza, cuyo titular es la empresa Visocan, no se vean en la calle, merecen ser reconocidos. Se lo está currando. No fue hasta principios de julio – era inminente la toma de posesión de Fernando Clavijo como presidente del Gobierno—cuando Viviendas Sociales de Canarias SA no comenzó a enviar notificaciones de desalojo de los inmuebles. Ha sido la actitud de Bermúdez y su equipo, no la de la empresa pública, la que ha detenido este dislate, salvo en lo que se refiere a algunos apartamentos (18) cuyos ocupantes han sido denunciados no solo por no pagar un euro, sino por desarrollar actividades ilícitas en los mismos, denunciadas a la policía en su momento. Lo que me ha dejado de piedra – víctima una vez más de mi incurable ingenuidad – en distinguir en las reuniones entre el ayuntamiento santacrucero y la empresa pública de un señor llamado Agustín Fernández. Hago una breve consulta y lo ratifico: el señor Fernández sigue siendo el consejero delegado de Visocan.

En la mitología hindú solo somos el sueño del dios Brahma, una siesta que dura unos 14.000 millones de años y en la que se suceden muertes, guerras, imperios, hambre, dolor, revoluciones, espantos y desesperanza. Al cabo de esa eternidad Brahma se despierta, el universo respira con tranquilidad y hombres y mujeres disfrutan de una brevísima edad de oro hasta que Brahma vuelve a dormirse. A veces, solo a veces, me parece que el Gobierno autónomo es la representación onírica de nuestro Brahma, conocido como Casimiro Curbelo, con la diferencia que el semidiós gomero nunca se ha despertado porque no duerme nunca. Así que Fernández sigue siendo consejero delegado de Visocan en el nuevo Ejecutivo fraguado entre CC y Partido Popular. Puede ser el único alto cargo que ha sobrevivido al tránsito de un gobierno a otro. Pero si usted piensa eso está muy equivocado.

El consejero delegado de Visocan no se considera un alto cargo. Pero para nada, oiga. Resumiendo la desvergüenza: en 2021 un bufete de abogados denunció lo que estimaba como una situación irregular en Visocan. Agustín Fernández dirigía Visocan y al mismo tiempo era administrador solidario de una inmobiliaria que, utilizando varias sociedades, promovía la venta de viviendas, especialmente en el Sur de Tenerife. Para los denunciantes se quebrantaba así la ley 3/1997 de incompatibilidades de los miembros del Gobierno canario y altos cargos de la Comunidad autonómica. La respuesta del afectado fue prodigiosa: él no cobraba nada por su trabajo como consejero delegado, y como no cobraba nada, no era alto cargo de ninguna manera. Qué cosas, la verdad. El argumento tiene tanto sentido y pertinencia jurídica como asegurar que si uno mide 1,55 no puede ser considerado alto cargo, por lo que hagan en favor de dejarme en paz. La normativa no argumenta que si uno no cobra un salario está exento de las responsabilidades legales de un alto cargo. No sé lo que ocurrió con la denuncia ni su recorrido legal. Lo que está claro es que no tuvo ningún recorrido político, porque ninguno de los grandes partidos canarios quiere correr el riesgo de enajenarse el apoyo de la Agrupación Socialista Gomera. Ni ayer, ni hoy ni pasado mañana. Y es la ASG – es decir, el señor Curbelo -- quien designó al señor Fernández para capitanear Visocan. Dada las aritméticas de nuestro sistema electoral – ese que se nos vendió prometiendo el fin de las minorías insolidarias y los bucaneros insularistas -- en Canarias no es demasiado improbable que Fernández se acabe jubilando en la empresa pública. Y sin cobrar un euro. ¿No es un ejemplo admirable de generosidad democrática? Echarse diez o doce horas diarias de trabajo en las espaldas, recorriendo toda Canarias incansablemente, sacrificando hasta la manduca. Vivir del aire, practicar un ayuno cada vez menos intermitente, beber solamente agua del grifo, dormir apenas tres horas diarias, resistir la tentación del lujo de merendar, pagar hasta los taxis con las pocas monedas que te quedan en el fondo de tus raídos bolsillos, olvidar el color de los billetes y las tarjetas de crédito.

Fernández es pareja de la hija menor de Casimiro Curbelo. Es un datito.

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