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Opinión | Al azar

El PSOE gobierna con Meloni

Giorgia Meloni, primera ministra de Italia

Giorgia Meloni, primera ministra de Italia / Phil Noble/PA Wire/dpa

Disiento del fervor mayoritario hacia Teresa Ribera, que me parece una fenomenal maestra del «greenwashing», como todos los gestores medioambientales. Visto el estado actual del planeta, cuesta venerar a una ministra del ramo. La vicepresidenta de Sánchez es una política aseada, pero encargarle una Transición Limpia Justa y Competitiva de la Unión Europea desde la Vicepresidencia ejecutiva primera de la Comisión peca de cierta grandilocuencia. Frente a una imprescindible ponderación crítica del nombramiento, todavía resuena más delirante que el PP español condene la presencia estelar de una política española en un gabinete del PP europeo. Equivale a imaginar que Feijóo acabe gobernando con Puigdemont, pues eso.

A medio descorchar el champán por Ribera, el repaso de la alineación cocinada por Ursula von der Leyen debería espantar a una izquierda consecuente. La segunda vicepresidencia reposa en Kaja Kallas, valiente enemiga de Putin pero que no fue bautizada la Margaret Thatcher estonia por casualidad. Y sobre todo, sorprende el hermanamiento de la socialista española con el también vicepresidente Raffaele Fitto, en representación de la ultraderechista Giorgia Meloni que ya ha felicitado a su candidato premiado.

El PSOE que celebra la ascensión de Ribera gobernará Europa en alianza estrecha con Meloni, que pasa a ser la fascista buena en sintonía con los socialistas. Sánchez exige cordón sanitario en España pero comparte cinturón de seguridad con la ultraderecha en la Comisión. La izquierda italiana ya ha condenado el nombramiento de Fitto, sin que se tenga noticia de una reacción similar en España. El hermanamiento con los herederos de Mussolini no puede ser parcial, y debe venir acompañado por la comprensión de su política migratoria, «hasta enterrarlos en el mar». Qué lejos queda el mitin marbellí de las elecciones andaluzas, donde Meloni demostró en perfecto castellano que era una política temible. Los progresistas la insultaron entonces con la misma intensidad que hoy despliegan en abrazarla.

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