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Sigue en directo la evolución de la borrasca 'Claudia' en Canarias

Opinión | Cartas a Gregorio

El mundo en el que vivimos

Actuación de Naife en el Big Bang Festival, este viernes, en el Parque de San Telmo.

Actuación de Naife en el Big Bang Festival, este viernes, en el Parque de San Telmo. / Juan Carlos Castro

Querido amigo, son las ocho de la tarde o de la noche de un viernes y en el Parque San Telmo un grupo de rock toca en directo a toda pastilla. Suena muy bien, aunque, en mi opinión, el bajo eléctrico se oye tan fuerte que todo parece estremecerse alrededor.

Tanto el parque como la calle Triana rebosa de gente de todas las edades. Grupos de diez o más subsaharianos de entre los quince y los veinte años suben por la Calle Buenos Aires donde se encuentran dos de las residencias para emigrantes más activas de la ciudad.

Los contenedores y las papeleras de la zona están desbordadas y las bolsas de basura se amontonan alrededor generando un rastro de suciedad y de un mal olor que tienen que soportar los viandantes

El tráfico se obstruye en la confluencia de León y Castillo con Buenos Aires, y una ambulancia trata de abrirse paso con destellos de luz y haciendo sonar la sirena insistentemente.

A pesar del ruido y el alboroto generado en la zona, muchos jóvenes andan por allí con sus cascos y sus auriculares sin levantar el pescuezo del móvil. En los bares se puede ver que mientras unos miran un partido de futbol en la televisión, otros ven las noticias con imágenes de la guerra en la Franja de Gaza o los bombardeos de los aviones de Israel sobre Líbano, una barbarie que se hecho parte de nuestra realidad habitual más cotidiana.

Algo más tarde, los indigentes, que van avituallados con los cartones de las cajas de embalajes que los comercios colocan junto a los contenedores de basura, se van ubicando en los portales o en cualquier otro lugar donde intentan pasar la noche, lo que se ha convertido en algo normal en nuestra ciudad y en muchas otras.

Nos estamos acostumbrando a ver por la calle a gente que viste de forma tan desaliñada, Gregorio, que ya no sabe uno si es porque están sucios o porque van disfrazados para los carnavales. Lo que me recuerda a lo de aquel viejo que estaba sentado en el banco de una plaza y un joven que llevaba los pelos de punta y teñidos de color azul, rojo y amarillo se sentó a su lado.

El viejo se le quedó mirando hasta que el chaval le dijo: ¿Qué estás mirando, viejo? ¿Es que nunca has hecho una locura al menos una vez en la vida? A lo que el viejo le contestó: «Sí, una vez que me emborraché y me follé a un loro. Lo que me estaba preguntando ahora es si tú podrías ser mi hijo»

De vuelta a casa, siento que cada día me cuesta más esfuerzo subir la cuesta, y cuando por fin llego y abro la puerta, me recibe mi perrita saltando y moviendo el rabo, porque se alegra de verme. Quién pudiera ser como ella.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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