La temperie canaria

Querido amigo

Entre los meses de noviembre y marzo y a lo largo de su historia, Canarias ha sufrido grandes temporales de agua y viento, tal como se afirma en un documento publicado por la Asociación Canaria de Meteorología de 2009, donde Javier Arroyo, miembro de esa asociación, hace una recopilación de las principales efemérides meteorológicas ocurridas en las islas desde el año 1607 al 2009. El informe se titula «Cinco siglos de la temperie canaria: cronología de efemérides meteorológicas»

Este importante documento nos pone en antecedentes de los desastres climatológicos que periódicamente sufrimos en nuestra tierra, igual que los ocurridos ahora en el Levante español, que se repiten regularmente y que serán más frecuentes por el cambio climático.

Y me pregunto, Gregorio, si a pesar de esas experiencias, Canarias está preparada para resistir esos temporales. Seguro que no, y no hay más que ver lo que ocurrió en septiembre de 2022 cuando cayeron 111 litros de agua en 24 horas, nada comparado con los más de 600 litros que cayeron en Valencia. En Las Palmas, el 20% de esa cantidad provocó cortes de carreteras, el desborde de los barrancos y la inundación de las calles. El Paseo de Chil fue cortado al tráfico por la cantidad de agua y piedras que arrastraba. Tuvieron que cerrar los túneles de San José y los de Julio Luengo por el agua, y también el semi túnel de Bravo Murillo. Las escaleras de los barrios altos se convirtieron en cascadas, y las alcantarillas se colapsaron en La Paterna, el barrio de Escaleritas y la calle León y Castillo.

Lo que no entiendo es que si sabemos que cada vez que llueve más de lo previsto se obstruyen las alcantarillas, que cuando sube la marea se inundan las casas de San Cristóbal y que los coches aparcados en el arcén del Guiniguada se meterían en tu casa si llega una riada, si lo sabemos perfectamente, Gregorio, ¿por qué diablos no estamos preparados para el peor de los casos…?

A principios del siglo pasado, un temporal hizo que la parte baja de la ciudad se inundara. Me contaba mi madre que en la calle Canalejas las barcas iban rescatando a los vecinos como si estuvieran navegando por un canal de Venecia.

En Telde se suspendían las clases porque los niños no podíamos cruzar la calle General Franco para ir al Colegio Labor. En esa época usábamos gabardina y botas de agua, y en mi casa cubrían los espejos con sábanas por temor a que cayera un rayo.

Así que, nada de esto es nuevo para nosotros, Gregorio, y tendríamos que estar advertidos ante la posibilidad de que se repitan estos desastres.

Hablan de fenómenos naturales cuando lo natural es que estemos preparados. Podrán echarle la culpa a la DANA o a quien les dé la gana, pero la responsabilidad de los servicios públicos la tienen los ayuntamientos, que para eso les pagamos.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.