Opinión | Observatorio

Caso Ábalos: ¿tsunami Aldama?

Aldama dice que le entregó una carta a Guaidó.

Aldama dice que le entregó una carta a Guaidó.

Escribí el jueves que los líderes de los dos grandes partidos tenían mala racha. Feijóo, por Valencia. Sánchez, porque sus medidas fiscales podían fracasar en una votación clave en el Congreso. ¿Estaba moribunda la mayoría de la investidura?

Para Feijóo, Mazón es una pesada cruz. Sus prisas por mandar en la Generalitat tras las autonómicas y municipales del 23 -un gran castigo para Sánchez- fueron una puñalada al líder del PP. Sánchez convocó elecciones y, atacando los pactos del PP con Vox, logró que en las generales la victoria de Feijóo fuera insuficiente. Incluso aliado con Vox. Ahora, el mismo Mazón ha sido manifiestamente incompetente al afrontar el gran drama de la DANA. Pero Feijóo no le hará caer. Entre otras causas, porque al no tener mayoría en las cortes valencianas necesitaría a Abascal. ¡Qué cruz!

Encima, lo de culpabilizar a Teresa Ribera, y lograr así que no fuera vicepresidenta de la Comisión Europea ha fracasado. El PP es relevante en el PPE y Manfred Weber necesita cuidarle. Pero no hasta el punto de causar una gran crisis -al inicio de su segundo mandato y con el fantasma de Trump- en la Comisión de Ursula von der Leyen. Weber y Von der Leyen no se llevan bien, pero no podían debilitar a Europa por una pelea interna española. ¿No lo sabía Feijóo? No solo no conoce bien Europa, sino que está mal asesorado. Rajoy tuvo dos ministros de Exteriores –Margallo y Alfonso Dastis- que conocían Bruselas palmo a palmo. ¿Dónde están? Pero Feijóo acaba la semana algo mejor, gracias a las desgracias de Sánchez.

Vamos al presidente. Su intento de aprobar un paquete fiscal para recaudar más ha estado a punto de fracasar. Entre el PNV y Junts -sin ellos no aguanta- y Bildu, ERC, Sumar y Vox hay demasiadas diferencias. Pero el paquete ha salido con 178 votos. Los variopintos socios no se quieren -ni a Sánchez-, pero le salvan. Para ellos, el mal mayor sería un presidente Feijóo apoyado por Vox. Como un día me dijo el voluntarioso Bolaños: «En el último minuto… acuerdo».

La coalición está moribunda, pero viva. ¿Puede haber presupuestos? Quizás. Sánchez pierde plumas cada día, aunque hay quienes reconocen su capacidad de sobrevivir. Sea como sea. Al precio que sea. Lo peor no ha sido la crisis con los aliados, sino el caos interno del Gobierno. La vicepresidenta Montero hizo insensatas cesiones -seguros médicos, socimis- a Yolanda Díaz que no sirvieron para nada. Y Bolaños -y dicen que Zapatero- han salvado la situación.

La vicepresidenta Montero está con respiración artificial. Y lo del impuesto a las eléctricas -no en el paquete, sino en un posterior decreto ley- puede ser un arreglo o un engaño. Incluso un timo. Por mucho que se descafeíne, Junts puede votar en contra y tumbarlo. No defenderá así a la banca -que por malo que sea el impuesto tiene crecientes beneficios-, sino que salvará empleos en Tarragona. Puigdemont volvería a demostrar que sabe jugar bien con sus 7 escaños. Dejaría en ridículo a ERC. Y a Sumar. Y al Gobierno. Y le diría a la CEOE que el PP no es capaz de protegerla, pero él sí. Sánchez-Llibre olió bien. Puigdemont es clave y no quiere nuevas elecciones. Tiene que tragar a Illa , pero en Madrid es -a ratos- el rey del mambo.

Sánchez sigue vivo con medidas y mensajes contradictorios. Pero gobernar en la cuerda floja exige mucha suerte. Y la suerte… Las declaraciones ante el juez de Víctor de Aldama, un negociante que fue presidente del Zamora, sobre Ábalos pueden ser un tsunami. Ha confirmado que pagó comisiones a Koldo y Ábalos (ya se sabía), pero ha añadido acusaciones -por el momento sin pruebas- contra Santos Cerdán, el número tres del PSOE, varios miembros del Gobierno y el propio Pedro Sánchez.

¿Es la defensa de un delincuente confeso? Sí, pero siembra dudas inquietantes. Ábalos era un ministro VIP y además secretario de organización del PSOE. ¿Hizo de Roldán por su cuenta y riesgo? Puede. Sánchez lo cesó, pero…

Feijóo le da crédito y dice estar dispuesto a negociar apoyos para una moción de censura. Es la clave. Rajoy no cayó por la sentencia del Supremo sobre Gürtel, sino por la moción de censura de Sánchez que votó el PNV que, pocos días antes, había respaldado a Rajoy votando sus presupuestos.

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