Opinión | Obrúsculo

MARIANA SÁNDEZ

Un Landolfi muy desconocido

Tommaso Landolfi

Tommaso Landolfi / EPE

Tommaso Landolfi nació el 9 de agosto de 1908 –exactamente un mes antes que Cesare Pavese–, en una provincia del Lacio, en el seno de una familia noble. Si para Pavese la pérdida del padre cuando solo tenía seis años significó una herida inicial de la que se derivaría un trauma perenne, Landolfi quedó marcado por la muerte temprana de su madre, a la edad de 2 años. Y en tanto que Pavese se destacó como traductor y especialista de autores de lengua inglesa, Landolfi se licenció en lengua y literatura rusa, de la que se convertiría en un destacado traductor, como lo hacía Leone Ginzburg, esposo de Natalia Levi (Ginzburg) e íntimo amigo de Italo Calvino y Pavese.

Al igual que todos ellos, Landolfi pasó una temporada encarcelado por sus ideas antifascistas durante los años de la Segunda Guerra. Y como muchos de ellos, se hizo con el Premio Strega en 1975 por su novela Acaso. A diferencia de sus contemporáneos que mantenían un círculo literario y político estrecho –Calvino, Pavese, Ginzburg y Natalia Ginzburg, entre otros, formaban el célebre enclave de la editorial Einaudi–, se dice que Landolfi se mantuvo apartado de los ambientes intelectuales y las corrientes de la época.

Así como se esmeró por mantener una imagen de dandi romántico, en la estela de Byron o Baudelaire, o de sostener una actitud de excéntrico solitario y de poeta maldito, también impidió que las editoriales difundieran sus datos biográficos. Tal vez pueda deberse a esto que, a diferencia de Cesare Pavese y el grupo de Einaudi, y de otros autores italianos que trascendieron su tiempo y su lengua, como Alberto Moravia o Elsa Morante, Landolfi sea –junto a Vasco Prattolini– uno de los autores menos sonados en español.

Valorado en particular por sus contemporáneos –Calvino editó una antología póstuma de su obra, tanto como lo hizo con Pavese–, el nombre de Tommaso Landolfi hoy parece olvidado. Quienes lo han leído coinciden en el rasgo preciosista, elaborado y original de su prosa, en la que destacan el uso del humor, la sátira, la fantasía disparatada y el decadentismo. Se lo ha considerado heredero de autores como François Rabelais, Nikolai Gogol, Edgar Allan Poe o Franz Kafka, y se lo cuenta entre los predilectos del poeta mexicano Octavio Paz.

La compilación hecha por Italo Calvino en 1982 fue publicada en español por Siruela como Invenciones (1991). La editorial luego publicó Relato de otoño (1992) y Tres relatos (2007); parece que, en la actualidad, este último es el único de los tres que puede conseguirse en librerías. También puede encontrarse el publicado por editorial Adriana Hidalgo, Cancrogenia (2014), una brevísima novela de ciencia ficción.

Editorial Sexto Piso publicó La piedra lunar (2005), título homónimo de la novela de Wilkie Collins, que ya había sido publicado por Seix Barral en 1956, pero se encuentra descatalogado. Allí se describe la escritura del italiano como «pocas veces podemos toparnos con una prosa parecida a la de Landolfi: precisa y a la vez evocadora de la esencia misma de lo etéreo. Parece que estuviésemos suspendidos en un tejido onírico que se adentra más y más en la realidad, ese sueño que ha perdido la conciencia de sí mismo».

Landolfi murió en 1979, en Roma, y su hija Idolina Landolfi –ya fallecida– se ocupó de la reedición de su obra, desde 1992, junto a la editorial italiana Adelphi. En algún momento existieron más traducciones al español: Acaso (Albia, 1978), Un amor de nuestro tiempo (Tusquets, 1988), Las solteronas (Salamandra, 1997). Todos ellos en apariencia descatalogados o agotados. Sin embargo, Tommaso Landolfi escribió mucho más: poesía, cuentos, novelas, ensayos, teatro y diarios. Quizá algo de todo esto pueda tener interés actual, a la luz de los muchos rescates de autores que se están haciendo últimamente.

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