Opinión | El lápiz de la luna

Todo puede ser

El actor estadounidense Matthew McConaughey .

El actor estadounidense Matthew McConaughey . / EFE

«Que otros se rían de ti, no significa que los tengas que escuchar». «Que acudas cuando te llaman, no quiere decir que vayas a obedecer». «Que estés en la cima, no quiere decir que no puedas caer». Así empieza el álbum Todo puede ser, de Matthew McConaughey, ilustrado por Reneé Kurilla. Sí, a muchos les sonará su nombre porque es un actor reconocido de Hollywood; sin embargo, al menos para mí, ha sido un descubrimiento como escritor. Todo puede ser es un recordatorio a nuestra existencia. A lo efímero. A los sueños. A la realidad. «Que te lleves el premio, no quiere decir que hayas ganado». Porque en la vida, todo puede ser. Muchas cosas serán y otras tantas no. Aprender a transitar nuestra presencia desde la certeza de la duda nos aliviará mucho sufrimiento. Descubrir el lenguaje de nuestro cuerpo, también. Este ha sido el año en el que he empezado a atender a todo lo que mi cuerpo me decía. No crean que ha sido fácil. Al principio no prestaba atención a las señales, a esos mensajes sutiles que venían a decirme: «Por aquí no». «Esta persona no». «Este trabajo o esta formación no». Tal vez, mi inatención se debía a que los mensajes, en un principio, eran tenues: un vuelco en el estómago, unas palpitaciones, alguna leve molestia. Luego, la incomodidad fue aumentando: dolores de cabeza, angustia, bloqueo. No obstante, a medida que permanecía allí, dudando de mis sensaciones, ignorando que «todo puede ser» me marchitaba un poco más. Solo cuando estaba a punto de perder mi último pétalo, como le sucede a la rosa en el cuento de La bella y la bestia, tomaba acción y me alejaba de donde –o de quien– no debía estar. Entonces, todo se ordenaba. Todo cobraba sentido. Ahora ya no espero a que mis sensaciones sean un incendio para saber que algo me está quemando. Cuando no me vibra, tomo distancia, observo, y termino por apartarme. «Que dé vueltas sin parar, no quiere decir que esté mareada». «Que los demás digan que las cosas son así, no quiere decir que yo piense igual». En la última página del libro hay información sobre el autor. Más allá de lo que sabemos de él por la prensa rosa. Descubrí que su libro Greenlights es número uno en The New York Times. Un diario en el que escribir tus emociones y reflexionar sobre ellas. Además, él y su mujer han impulsado Just keep livin, una fundación que busca empoderar a estudiantes de instituto ofreciéndoles herramientas para tomar decisiones saludables y mejorar su futuro. Asimismo, es profesor asociado y ministro de la Cultura de la Universidad de Texas. Y no quiero restarle valor a que se considere un experto en pepinillos. Hay gente que se cree importante y necesita que los demás creamos que lo son, como mismo hay gente que es realmente importante sin necesidad del reconocimiento ajeno. Sencillamente, todo puede ser. Ya otras veces he comentado que, en ocasiones, los libros me eligen. Esta ha sido una de ellas. Una vez más, un libro vino al rescate, porque «que sea hora de acabar, no quiere decir que haya terminado».

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