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Opinión | Volando bajito

La niña de la madrugada

De eso me conocía la muchacha

Colas y últimas compras navideñas en Las Palmas de Gran Canaria

Colas y últimas compras navideñas en Las Palmas de Gran Canaria / Juan Carlos Castro

Hace unos días una chica joven y guapa me saludó con cierta timidez, con un escueto «hola». Nada más. Le respondí pero sin saber quién era. Seguí mi camino y no reparé más en ella hasta que meses después reconocí a la joven que me había saludado en una cafetería cerca de casa. Estaba acompañada de una mujer, supuse que su madre, y entre un café y otro, la que yo creía que era la madre de la chica, se acercó y me preguntó: «¿La recuerdas?», señalando a la joven.

La reconocí cuando me contó un episodio que vivimos una madrugada de unos nueve años atrás. Ese día en el edificio que linda con el mío, desde media tarde se inició, como tantas otras veces, una fiesta de amigos, vecinos de esa casa. Música, alcohol y drogas. Unos entraban y otros salían, de manera que la reunión subía de tono.

De pronto comenzaron los insultos y empujones. Vista la dinámica de la fiesta, los vecinos llamaron a la policía y los dueños de la vivienda gritaban para que abandonaran la pseudo discoteca. En eso, una mujer salió de un portal cercano en el cual estaba escondida ella y su hija de 3 o 4 años. La pareja de la mujer seguía en la vivienda de la fiesta. Cuando bajó a la calle no se mantenía en pie. La mujer, al ver su estado, decidió llamar un taxi para salir de la zona y proteger a la pequeña de aquella locura. Teniendo en cuenta que ya eran las 3 o las 4 de la mañana, localizar un taxi era complicado de manera que, al ver a madre e hija en la cabida muertas de frío esperando un coche, no lo dudé.

Esa noche las dos durmieron en casa. De eso me conocía la muchacha.

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