Opinión | Retiro lo escrito

Cuánta pasta nos cuestan

Astrid Pérez, presidenta del Parlamento de Canarias.

Astrid Pérez, presidenta del Parlamento de Canarias. / Arturo Jiménez

En general los políticos se vacilan de los ciudadanos por una avasalladora sensación de impunidad. Ninguna persona con un cociente intelectual normal puede encontrar razonable que un mismo político pueda dirigir el Ministerio de Hacienda, ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados y liderar una organización tan extensa y compleja como el PSOE de Andalucía con el objetivo heroico de recuperar el poder autonómico. Eso no es una apuesta política, sino un caso de supina irresponsabilidad. Pero a la señora Montero le trae sin cuidado.

Nada le ocurrirá ni debe explicaciones a nadie, al menos mientras se prolongue el régimen sanchista en el seno del PSOE. El caso de la presidenta del Parlamento de Canarias, Astrid Pérez, es aún más clamoroso. A la señora Pérez le trae absolutamente sin cuidado cualquier crítica, reproche o reserva que se pueda hacer a su gestión al frente de la Cámara. Está blindada por cuatro años y nadie –ni siquiera, por mencionar a alguien, Alberto Núñez Feijoo– puede desalojarla del prodigioso chollo que le deparó la suerte casquivana.

¿Que el acto de la distinción del Parlamento al rey Felipe VÏ fue un contradiós simbólica y protocolariamente por sus absurdas interferencias en los criterios profesionales? A mí me mereció mu bonito. Que digan lo que quieran los envidiosos y los meatintas. ¿Qué ninguna de las propuestas comentadas con motivo del fallecimiento de Jerónimo Saavedra para honrar la memoria del primer presidente de la Comunidad autonómica han salido adelante? Bah. ¿Que ahora mismo sea imposible conocer con exactitud, con una precisión corroborada debidamente por la propia asamblea, lo que ganan los diputados, y entre ellos, principalmente, la presidenta del Parlamento? Bueno, eso son monsergas irrelevantes. Seguro que a la excelentísima Pérez le parece casi, casi un asunto de porteras y butaneros chismosos.

Los diputados se subieron bastante el salario y una burrada las dietas el año pasado sin mayores explicaciones de naturaleza práctica. El pasado noviembre llegó el escándalo. En la web del parcan se publicó entonces que lo devengado por dietas por sus señorías el septiembre anterior superaba en un 131 % lo devengado en el mismo mes del año anterior. La presidenta, en una entrevista radiofónica, espetó varias barbaridades, intentando congraciarse con los escandalizados, por ejemplo, que muchos diputados cobraban dietas cuando vivían «a diez minutos del Parlamento». Pero sobre todo insistió en que ese 131% no era una cifra real, sin el fruto de un error informático que sería corregido rápidamente.

mismo se repitió en un correo electrónico –un correo, no un comunicado institucional de Presidencia– por parte de su flamante jefe de Prensa, un maniquí que permanece habitualmente encerrado en su despacho para no contagiarse tal vez de la lepra de los plumillas. Dos meses después no se ha corregido nada. El Parlamento de Canarias está incumpliendo abiertamente la ley de Transparencia y doña Astrid ni parpadea. Siempre me llamó la atención que ni siquiera tuviera el detalle de precisar sus ingresos libres de errores informáticos. Entre salario e indemnización supera los 7.000 euros mensuales, pero faltan las dietas –libres de impuestos–. En un cálculo conservador la presidenta se levantaría 10.000 euracos mensuales. Pero, ¿existen quizás gastos extraordinarios? ¿Es cierto ese tenaz rumor según el cual Astrid Pérez pudo cobrar hasta 14.000 euros un mes concreto de 2024?

Queremos saber lo que cobra cada diputado –sueldo y dietas– cada puñetero mes. Lo que perciben mes a mes: no es necesaria aplicar la ecuación de Schröndinger para saberlo y difundirlo. Queremos saber lo que cobra Astrid Pérez por todos los conceptos y, por supuesto, lo que han cobrado sus predecesores. No es un maldito capricho. Es nuestro derecho como ciudadanos. Cuánta pasta nos cuestan. Ya.

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