Opinión | Observatorio

Teresa Acosta Tejera

¿Quién inspira a nuestra juventud?

¿Quién inspira a nuestra juventud?

¿Quién inspira a nuestra juventud? / La Provincia

La Generación Z (nacidos aproximadamente entre 1994-2010) se enfrenta a una realidad compleja y desafiante: más de una de cada cuatro personas jóvenes vive en situación de pobreza o exclusión social, según el Informe Anual de junio de 2024 de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. Esto afecta profundamente a distintos ámbitos de sus vidas, incluyendo su salud mental. Una encuesta de Unicef España indica que el 15% de los adolescentes a los que se les preguntó, manifestaron que presentaban síntomas graves o moderadamente graves de depresión. Esta realidad también se refleja en el informe sobre la Participación de la Juventud en la Sociedad Democrática de julio de 2024, en el que se subraya la necesidad urgente de un mejor acompañamiento y acceso a recursos especializados.

A ello se añade que esta generación ha crecido marcada por dos crisis sucesivas, la financiera de 2008 y la pandemia de 2020, acontecimientos que han acentuado su incertidumbre y vulnerabilidad, configurando un contexto especialmente difícil para su desarrollo. Además, el modelo de consumo imperante, que, junto con el exceso de información y la proliferación de noticias negativas en medios, así como el uso excesivo de las redes sociales, donde a menudo se exponen identidades idealizadas o irreales, alimentan un estado de ánimo negativo que pone en jaque su bienestar emocional.

Ante este panorama, los colectivos de jóvenes señalan que la información por sí sola no resuelve sus dificultades. Razón por la cual, reivindican la necesidad espacios comunitarios donde se les ofrezca apoyo real y multidisciplinar. Técnicos de diversas áreas coinciden en la importancia de medidas preventivas desde el ámbito educativo, como propone la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2022-2026. Asimismo, el Plan de Salud Mental de Canarias 2019-2023 plantea la implementación de programas para la promoción y prevención de la salud mental dirigidos a niñas, niños, adolescentes y familias, en colaboración con atención primaria, salud pública, servicios sociales y educación. Todo ello con la necesaria colaboración y coordinación intra e interinstitucional.

Sin embargo, mientras las soluciones integrales no se desarrollan completamente, algunas administraciones apuestan por llevar a las aulas figuras mediáticas que, aunque logran un impacto momentáneo con discursos motivacionales, carecen de propuestas efectivas y sostenibles a largo plazo para abordar los problemas reales de las y los estudiantes. Después del aplauso, solo queda el fugaz recuerdo de un famoso que pisó el aula, similar a esos fuegos artificiales que iluminan el cielo con su brillo efímero, para desvanecerse sin dejar huella.

Estos personajes, convertidos en oradores carismáticos, suelen compartir historias de adversidad y superación personal. Aunque estos relatos evocan empatía y admiración entre los escuchantes, desde la psicología voces como Sally Baker, Samara Quintero, Jamie Long, Luz Cózar etc., advierten sobre los riesgos del «positivismo tóxico» o, como lo define la doctora Delblanch, «positivismo desadaptado». Este enfoque, frecuente en estas charlas, puede provocar sentimientos de culpa y frustración entre el colectivo juvenil que no logra superar sus conflictos de manera autónoma. En este contexto, las palabras de Yuval Noah Harari en su libro Nexus parecen encajar perfectamente: «La gente cree que conecta con la persona, pero en realidad conecta con el relato que se cuenta sobre la persona».

En contraste, los expertos apuestan por un enfoque biopsicosocial en el que haya atención médica, psicológica y social porque de esta manera se puede abordar el desarrollo integral de la persona y, lo que es vital, de la mano de gente que tiene conocimientos y herramientas adecuadas. El desfase entre el mensaje motivacional y el ecosistema vital de la adolescencia y la juventud puede, en ocasiones, agravar sus problemas en lugar de solucionarlos.

Otro aspecto preocupante es la disparidad en las remuneraciones. Mientras algunas de estas figuras mediáticas cobran -y, lo peor, se les paga- tarifas desorbitadas, llegando a los 3.500 euros por charla, las personas capacitadas y competentes reciben cantidades considerablemente inferiores. Por ejemplo, en Canarias, las y los docentes que imparten formación perciben entre 73 y 90 euros por sesión, alcanzando un máximo de 331 si se trata de una conferencia. En el área sanitaria, el personal médico especialistas suelen cobrar entre 500 y 1.000 euros por charla, dependiendo del contexto y de su currículo. Esta desigualdad evidencia cómo se priorizan las apariencias y se ensalza a protagonistas de programas de telerrealidad, relegando a quienes de verdad cuentan con la formación y experiencias necesarias para abordar los problemas.

A pesar de esta dinámica de algunos gestores públicos, existen modelos reales que impactan de manera transformadora en sus comunidades. En el ámbito educativo, numerosos docentes implementan metodologías innovadoras y trabajan incansablemente para garantizar el éxito educativo y personal de su alumnado, a menudo en contextos de especial dificultad y condiciones de vulnerabilidad social. Algunos ejemplos más cercanos me vienen a la memoria. De antemano, pido disculpas a los miles que, por razones obvias no cito. Entre tantos, la profesora Marisa Baute, quien, junto con su alumnado, hizo posible que la RAE modificara la acepción 5 de la palabra fácil; Esteban Santana, docente muy comprometido con causas sociales que destaca por sus múltiples facetas, community manager educativo y pionero en radios escolares; Paco Garrido con el impulso del proyecto CanSat, además junto a Jorge Camacho y José Manuel Sánchez, fueron los impulsores del área Steam; Agustín Gorrín y Antonio Gómez, promotores de la educación emocional en Canarias; Juan Francisco Santana, profesor que ha «enganchado» a su alumnado con el blog Yo quiero aprobar mates o el equipo del Proyecto Matemáticas Newton Canarias.

Asimismo, entre la población juvenil encontramos ejemplos inspiradores de personas emprendedoras, activistas, artistas y científicas que lideran proyectos sociales, culturales y medioambientales. Ejemplos como Faustino Afonso, médico de familia y deportista fundador de Atletas sin fronteras, que combina su profesión con la divulgación sobre temas de salud y con el deporte inclusivo. Nira Santana fusiona videojuegos, arte, y ciberfeminismo en el Proyecto ARTA. Pablo Martín, biólogo marino, trabaja como divulgador para concienciar sobre la conservación y biodiversidad del medio marino; mientras que Nayra González Eugenio y otras astrofísicas del Instituto de Astrofísica de Canarias lideran programas como Habla con ellas: Mujeres en la Astronomía, promoviendo la inclusión de las mujeres en la ciencia. Se suman estudiantes voluntarios de la ULPGC que enseñan español a los jóvenes migrantes.

A nivel cultural, el cantante Quevedo que, a pesar de su fama, confiesa que comparte piso porque quiere estar con sus amigos y no perderse etapas de su vida, y jóvenes como Alejandro Yared, campeón de España en natación paralímpica, inspiran desde el ámbito deportivo. Adhara Rodríguez y Jimena Pérez, jóvenes promesas del ajedrez, representan la excelencia en disciplinas menos mediáticas. Incluso desde la tecnología, Carlos Santana Vega, creador del canal de YouTube DOTCSV, sobresale como divulgador en inteligencia artificial. Narés García es un joven filólogo con una trayectoria prometedora. Trabajadores del sector primario, como Sergio Rodríguez, propietario de Frutería NITO, que destaca por ser un agricultor que defiende en redes su profesión. A los que hay que añadir un sinfín de jóvenes comprometidos para mejorar este mundo.

Estos ejemplos, auténticos y cercanos, son una muestra del talento y compromiso que existe entre jóvenes y profesionales que transforman su entorno vital. Promoverlos debería ser una prioridad para las administraciones públicas, que tienen la responsabilidad de asignar recursos para «permitir que los jóvenes se conviertan en artífices de su propia vida, apoyar su desarrollo personal y su camino hacia la autonomía, reforzar su resiliencia y dotarlos de habilidades para la vida a fin de que puedan enfrentarse a un mundo cambiante», objetivo principal de la Estrategia de la UE para la Juventud 2019-2027, al tiempo que representan la esperanza de una sociedad mejor.

Si estamos invirtiendo miles de euros en figuras mediáticas, ¿no sería más sensato y ético redirigir esos fondos públicos a quienes realmente trabajan con la juventud día a día, así como a las personas jóvenes que lideran iniciativas? Es hora de cambiar la mirada: menos espectáculo y más compromiso con quienes verdaderamente forman y acompañan a las nuevas generaciones.

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