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Sangre y libertad

HANDOUT - 10 January 2025, Venezuela, Caracas: Venezuelan President Nicolas Maduro holds a child in his arms after being sworn in for a third term in office. Photo: Milagros Nunez/Prensa Miraflores/dpa - ACHTUNG: Nur zur redaktionellen Verwendung und nur mit vollständiger Nennung des vorstehenden Credits 10/01/2025 ONLY FOR USE IN SPAIN. Milagros Nunez/Prensa Miraflores / DPA;Politics;politics;heads of state;elections;Inauguration of President Nicolas Maduro in Venezuela;

HANDOUT - 10 January 2025, Venezuela, Caracas: Venezuelan President Nicolas Maduro holds a child in his arms after being sworn in for a third term in office. Photo: Milagros Nunez/Prensa Miraflores/dpa - ACHTUNG: Nur zur redaktionellen Verwendung und nur mit vollständiger Nennung des vorstehenden Credits 10/01/2025 ONLY FOR USE IN SPAIN. Milagros Nunez/Prensa Miraflores / DPA;Politics;politics;heads of state;elections;Inauguration of President Nicolas Maduro in Venezuela; / DPA vía Europa Press. DPA vía Europa Press

Cuando llegó el mediodía de ayer el dinosaurio no solo seguía ahí, sino además había jurado ilegítimamente por otro periodo de seis años como presidente de Venezuela. El discurso de Nicolás Maduro fue burlón y rufianesco. En el resumen no se recató en dibujarse como un conductor de almas hacia un ideal que sabe vencer valientemente todos los peligros. Al fin y al cabo es un hombre que solo cuenta con los generales, los policías, los servicios de inteligencia, las organizaciones paramilitares, los diputados, los jueces, los magistrados del Tribunal Supremo, Juan Carlos Monedero por las mañanas y Rodríguez Zapatero por las noches. Al frente, en cambio, tiene un hombre peligrosísimo de casi ochenta años sin más poder que el de los votos. Aterrador.

El régimen escapa, pero no escampa. Ayer, en las manifestaciones críticas, pudo verse a matones amenazando a la gente, tomando fotos, propinando empujones y alguna que otra patada. Se retuvo durante horas a decenas de ciudadanos: más amenazas, interrogatorios, algún cogotazo. Maduro besa la banda presidencial. En los últimos meses la oposición organizada hizo una labor de excepcional inteligencia política y coraje cívico: demostrar y difundir que Edmundo González Urrutia ganó ampliamente las elecciones presidenciales del pasado año. Lo hizo un equipo amplísimo de activistas encabezados y coordinados por María Corina Machado, que se ha pasado cerca de un año sin permanecer más de tres horas en el mismo lugar. Los venezolanos se conmovieron, sintieron la victoria, la festejaron, y cada festejo, en la calle y en las casas, era una denuncia al régimen canalla que no es solo una satrapía, sino una hedionda colección de cleptómanos, y no solo una colección de cleptómanos, sino una recua de incapaces que ignoran los rudimentos básicos para gestionar un país. Primero logran que Venezuela pierda más del 30% de su PIB en menos de una década y luego se enorgullecen de haber llegado este año al 5% de crecimiento –tampoco llegaron: jodidos mentirosos–. El éxito de Machado y González Urrutia, el chute de optimismo y confianza que supuso, tal vez alimentaron una ilusión exagerada y un punto fantasiosa. El madurismo (por asqueroso que resulte) no está agonizando. Ni siquiera su salud es particularmente mala, aunque ciertamente no es la bestia rutilante de un pasado bastante cercano. La oligarquía chavista ha conocido el miedo. Pero ese miedo es todavía menor que el que Maduro y su brutal aparato represor causan entre los ciudadanos.

La clave de la capacidad de resistencia de la dictadura estaba en la tribuna de invitados. Muchos se han reído por el apoyo al régimen de países tan marginales como Uganda. Otros celebran que los gobiernos progresistas de América Latina no hayan asistido a la toma de posesión. Pero hay que fijarse en los que están. Particularmente en cinco: China, Rusia, India, Argelia e Irán. China tiene muchos miles de millones invertidos en Venezuela y concedidos en créditos extraordinarios al Gobierno de Caracas. Rusia le proporciona apoyo armamentístico. India es un gigante político y demográfico que compra petróleo y gas. Argelia e Irán garantizan la complicidad de la OPEP. El interés internacional de la República de Venezuela es ya de naturaleza geoestratégica. Mucho mayor que Cuba, porque Cuba ha devenido una isla al borde de la miseria donde la desnutrición escala y no tardará en llegar el hambre canina. Venezuela está empotrada en riquezas mineras, madereras, pesqueras y acuícolas. Es el país amigo en toda Latinoamérica de rusos y chinos. No pestañearán por que la UE emita una condena o corte relaciones diplomáticas. Se abre un nuevo capítulo. Seguirá la sangre y el dolor. Pero continuará la lucha por la libertad. Me lo dijo ayer un venezolano desde Barquisimeto. «Yo le contesté ya al remamahuevos de Nicolás en Twitter: vas a soñar conmigo, hipo de pu…».

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