Opinión | RETIRO LO ESCRITO

El pobre relato de Antonio Morales

Archivo - El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales

Archivo - El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales / CABILDO DE GRAN CANARIA - Archivo

El presidente del Cabildo de Gran Canaria y fundador de Roque Aguayro, Antonio Morales, ha decidido finalmente pronunciarse sobre la ruptura interna de Nueva Canarias antes incluso de que se celebre la mascarada de congreso urdida por Román Rodríguez y lo ha hecho en un artículo en un periódico local. El señor Morales explica, desde la sintaxis de un estadista, que no se había pronunciado antes para «no contaminar mi papel institucional como presidente del Cabildo grancanario». Como ocurre con todo el artículo es exactamente lo contrario: Morales debería hace meses haberse pronunciado y transmitido a los ciudadanos que la estabilidad de su gobierno está garantizada.

Entre otras cosas porque en el muy improbable caso de que Teodoro Sosa quisiera romper el equipo gubernamental no tendría la oportunidad de congregar una minoría alternativa. Solo podría contar con dos consejeros del grupo NC-FAC, que junto a los de Coalición y el PP sumarían 13, lejos todavía de los 15 imprescindibles para la mayoría absoluta. Cabe suponen que ni Román Rodríguez ni Antonio Morales sostendrían que Sosa sería capaz de gobernar con el apoyo de Vox.

El presidente del Cabildo le preocupa mucho que Nueva Canarias se fracture porque «la democracia está en crisis en el mundo y avanzan los totalitarismos y las posiciones excluyentes». Entiendo que Morales entiende que si NC no aprieta las filas Donald Trump le va a subir los aranceles a quien le plazca –sin excluir a efectos catastróficos en Agüimes, por ejemplo --. Nueva Canarias sería un instrumento inapreciable para frenar la derechización planetaria y en particular las amenazas que supone el reaccionarismo español.

Es una obligación histórica que los alcaldes y los partidos y espacios políticos municipales sin los que NC no sería apenas nada electoralmente no abandonen la falúa gobernada por Rodríguez hace nada menos que veinte años para combatir contra «los totalitarismos, la antidemocracia, el iliberalismo, la ultraderecha, los neofascismo, el negacionismo climático o el desprecio a la realidad de Canarias».

Antes de terminar esa frase Rodríguez se ha sacado veinte fotos y Pedro Quevedo se habrá quedado dormido, pero el compromiso histórico sigue ahí. Ni el más modesto apunte sobre los motivos de la ruptura. La especialidad de Morales siempre ha combinado estupendamente el cesarismo de medianías para aplastar a los disidentes con el ponerse de perfil bonachonamente para no deslucir su imagen.

Por supuesto hay otro relato menos débil, tramposo y autojustificativo que el enarbolado por Morales en su articulito. Un relato en el que la sangre político-electoral de Nueva Canarias no está en ese armario ropero semivacío que es Nueva Canarias, sino en el bloque de los partidos y asambleas municipales, y sin embargo, se encuentran infrarrepresentados en las listas al Cabildo y al Parlamento.

Un relato que rechaza que el destino inapelable de un nacionalismo de centro izquierda sea ser invariablemente la muleta o el braguero del PSOE. Un relato que apuesta por una alianza estratégica con todas las fuerzas del nacionalismo canario y que no escruta a Coalición como un adversario abominable y digno de extermino, sino como un socio plausible y hasta deseable en un frente común cuya unidad y fortalezca puede luchar más eficazmente, en las Cortes y en Canarias, para hacer respetar los derechos e intereses de las islas en el contexto español y europeo.

Un espacio que pueda crecer en otros municipios grancanarios liberados de la troupe de Román y sus obsesiones y venganzas sexagenarias. Una fuerza autónoma que llegue a acuerdos estables y no a bromas electorales con nacionalistas y regionalistas de Lanzarote y Fuerteventura. Es un relato lúcido, inteligente, constructivo y perfectamente legítimo y es el que se impondrá sobre los cansinos telemanejes de Rodríguez y las excusas prejubilatorias de Morales.

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