Opinión | Retiro lo escrito

Memoria y mediterráneos

Los fastos del Gobierno socialista alrededor de los 50 años de la muerte de Francisco Franco tienen como subtexto la estrambótica idea de que el franquismo es un gran desconocido por los ciudadanos españoles

Sánchez pide valentía para defender la democracia ante el riesgo de que pueda perderse

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Una diputada socialista exalta en un tuit unas declaraciones de Ángel Víctor Torres en una entrevista televisiva. El ministro contó, como su fuera un descubrimiento historiográfico de última hora, que la dictadura franquista mantuvo abierto durante años un campo de castigo donde se encerraba y maltrataba a homosexuales. Y la diputada va y suelta: «Que lo sepan los jóvenes» . A mí me pasma lo de esta señora, que sin duda supone, primero, que jamás nadie ha oído hablar de este centro de detención, tortura y trabajos forzados, y segundo, que si estas cosas se dicen en una televisión local, los jóvenes se van a empezar a enterar masivamente. Esta combinación de petulancia, ingenuidad y heroísmo es uno de los rasgos básicos de la mutación sanchista del PSOE. La Colonia Agrícola Penitencial de Tefia es conocida y el lugar en que se ubicó recibe visitas de muchos interesados y curiosos cada año. El Cabildo de Fuerteventura ha erigido dos monumentos en el lugar y un presidente autonómico presidió un acto de homenaje y desagravio a las cientos de víctimas que sufrieron ahí ultrajes y humillaciones entre 1954 y 1966, bajo la celebración del Día Internacional contra la Homofobia. Se llamaba Paulino Rivero y era muy poco socialista, la verdad sea dicha. A la villanía de Tefía de han dedicado dos novelas, una novela gráfica, un conjunto de monografías historiográfica agavilladas en el libro En infierno penal de los homosexuales durante el franquismo, coordinado por Guilllermo Portillo Contreras e incluso una serie de televisión, Las noches de Tefía, producida por Atresmedia. Hasta tiene su correspondiente entrada en Wikipedia. No, no es un hecho obliterado en la memoria histórica de la comunidad canaria, sino muy vivo. El año pasado el Cabildo Majorero y el colectivo ALTIHAY –23 años en la brecha -- anunciaron el proyecto para un Centro Canario de Interpretación de la Memoria Histórica LGTBIQ+ que se levantará en Tefía.

Por supuesto que no es negativo, sino todo lo contrario, referirse a este campo de trabajo de la dictadura, pero sin pretender descubrir el mediterráneo. Porque los fastos del Gobierno socialista alrededor de los 50 años de la muerte de Francisco Franco tienen como subtexto la estrambótica idea de que el franquismo es un gran desconocido por los ciudadanos españoles y Pedro Sánchez el primer presidente que habla del mismo y descubre sus horrores. Todos los gobiernos de la democracia posfranquista y constitucional promovieron leyes y decretos para restituir derechos de las víctimas de la dictadura y reparar arbitrariedades y abusos. A partir de la primera legislatura de Rodríguez Zapatero, es cuando en los textos legales y propuestas gubernamentales ya se habla explícitamente de «represión, víctimas, compromiso democrático y satisfacción moral». Sí, hace ya alrededor de 30 años. La señora diputada antes citada – y el propio Torres si no lo ha leído, imagino que sí – pueden leer ese gran libro, Políticas de la memoria y memorias de la política, de Paloma Aguilar Fernández.

Es lo malo de la celebración de los 50 tacos de la tromboflebitis del enano de El Pardo: su descarado oportunismo. Franco falleció a finales de noviembre. Su sistema político, aunque ya claramente obsoleto, estaba muy vivo el 1 de enero de 1976 y seguía presidiendo el Gobierno Carlos Arias Navarro, el Carnicerito de Málaga. La democracia debió y debe celebrarse en 2027 o 2028 pero, claro, había prisa para disponer cuanto antes de un nuevo instrumento propagandístico, de un entretenido humo de tramoya. Y por supuesto, de las responsabilidades de las izquierdas en la República y en la guerra civil, de la escasez de republicanos demócratas defensores de las libertades públicas y del parlamentarismo, ni una palabra. No hay propaganda que pueda tolerar complejidades.

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