Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Cartas a Gregorio

Los mudos

Comida de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE).

Comida de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE). / Andrés Cruz. LPR

Hace poco coincidí en una comida con un grupo de empresarios que hablaban de «Los mudos». Yo no sabía de qué se trataba hasta que uno de ellos me lo explicó, y todo empezó cuando le preguntaron a un conocido constructor el por qué se le veía tan relajado últimamente, a lo que el empresario contestó: «No se lo digas a nadie, pero, me mudo».

Este señor había decidido abrir una sucursal de su empresa cerca de la frontera con Portugal, una frontera a la que los gallegos y portugueses llaman «La Raya», donde los residentes de ambos países comparten frecuentemente elementos históricos, culturales y económicos.

De ese modo, y procediendo con sigilo, «los mudos» han ido repartiendo la actividad de sus empresas sin que, por el momento, tengan que cerrar su negocio en Canarias, con el consiguiente follón económico, fiscal y social que todo eso supondría.

Luego, y a la vista de que la actividad empresarial en Canarias se ha puesto imposible, solo hay que saber cruzar «La Raya».

Muchas empresas han conseguido instalarse en otros países o en otras Comunidades Autónomas españolas donde las condiciones fiscales son mejores, y donde no tienen que sufrir la inseguridad que soportamos aquí por la crisis migratoria, que se ha convertido en un factor de riesgo que tiene carácter disuasivo.

Mientras tanto, nuestros administradores públicos siguen jugando a ser empresarios, y lo están consiguiendo hasta el punto de que solo van a quedar ellos, en una especie de sociedad de autogestión pública donde sobra la iniciativa privada.

Es por eso que ya nadie acude a los concursos que se convocan, porque nuestra administración paga tarde, mal o nunca, después de haberte hecho pasar por un verdadero calvario burocrático. Es posible que sea esa la razón de lo que ha pasado con el concurso del Ayuntamiento para adecuar el Parque de Santa Catalina para los Carnavales de 2025, y es que nadie está dispuesto a adelantar su dinero sin tener las garantías suficientes.

Más de lo mismo ocurrió con una empresa de catering que presentó un presupuesto al Cabildo de Gran Canaria con la condición de que le pagaran por adelantado. El caso es que le pagaron, pero, pensando en el lío burocrático que se le venía encima, decidió devolver el dinero.

Me gustaría pensar que alguna vez los canarios vamos a salir de este limbo, pero mucho me temo que todos los cambios se han hecho con el consabido trauma, porque para cambios sin traumas ya hemos tenido bastante con el de la Transición, que no fue ni pacífica ni democrática.

Habrá que esperar, entonces, a que desaparezcan los actuales mandatarios locales, hasta que lleguen unos gestores independientes que quieran reconstruir nuestra tierra. Sobre todo, para que «los mudos» hablen, sin el temor de que sea nuestro propio gobierno quien les haga la vida imposible. Mientras tanto, de aquellos vientos seguiremos soportando estas tempestades.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

Tracking Pixel Contents