Opinión | La opinión del experto

Cuánto y qué externalizar

Concentración de médicos frente al Ministerio de Sanidad, hace unos días.

Concentración de médicos frente al Ministerio de Sanidad, hace unos días. / N. S.

Hay una crítica extendida al papel del Estado en las sociedades occidentales. Se dice que gasta mucho y que gasta mal. Que es mal administrador. Además, cuando es él el que provee los servicios, lo hace con mucho menos eficiencia que lo haría la iniciativa privada. Educación, sanidad y prestaciones sociales se llevan la mayor parte del presupuesto. Es el Estado del bienestar. Algo nuevo en la historia de humanidad y muy característico de las sociedades occidentales. Eran las más ricas, las que podían repartir.

Desde que existen sociedades organizadas y estratificadas, existe el Estado como agente protector y distribuidor de bienes. Bienes que extrae de los ciudadanos. Eran estados pequeños, con presupuestos modestos que se ocupaban de mantener las fronteras, el orden interno y poco más. Quizá manejaran el 10% o 15% del ya magro producto interior bruto. Ahora del milmillonario PIB puede manejar en algunos países hasta el 50%, en España el gasto público es el 40% del PIB. Estos es lo que le damos los ciudadanos españoles, y de otros países de la Unión Europea a través de fondos de apoyo, al Gobierno español para que nos provea los múltiples servicios, desde las pensiones y subsidios de desempleo hasta las subvenciones a las empresas para asegurar o desarrollar sus proyectos. También las ayudas a la investigación y los apoyos a países más pobres para afrontar con más éxito el futuro.

La crítica al Estado grande, ineficiente, derrochador se ha acentuado en los últimos meses. EE UU, que no es un ejemplo de Estado mastodóntico (su sanidad pública es la más pequeña de los países occidentales, la educación universitaria es casi toda privada, el desempleo está poco cubierto y la jubilación depende, en general, del planes personales y privados) está en un proceso de adelgazamiento que se constituye en un experimento, en mi opinión, doloroso para muchos y arriesgado para todos.

Lo curioso es que el líder, Elon Musk, ha recibido cuantiosas ayudas para llevar a cabo sus originales proyectos. En total se calcula que recibió unos 38.000 millones de dólares para Tesla, Space X, etcétera.

La sanidad puede suponer hasta el 40% del gasto público de las comunidades autónomas españolas. Una cantidad importante de dinero que puede nutrir los negocios privados si el Gobierno regional decide externalizar los servicios.

La teoría es muy simple: la iniciativa privada se especializa, movido por el lucro exige eficiencia y necesitada de vender cuida la calidad. La empresa que se dedica a la lavandería se piensa que lo hará mejor que el hospital. Lo mismo para tantos servicios que obligan al equipo gerencial a ser especialista en multitud de procesos. Al final, en un afán de ganar eficiencia se adelgaza «el estado» del hospital y muchas veces se queda solo con la asistencia sanitaria directa, lo que se llama bata blanca. El resto lo proveen múltiples empresas externas.

Otras veces, el Gobierno cede toda la asistencia a una empresa, desde la atención primaria y la hospitalaria, pagando una cantidad por ciudadano. Así se adelgaza el tamaño del Estado, menos trabajadores en su nómina. Su obligación, que raramente cumple, es asegurar la calidad de esos servicios. Eso exige mucha información, mucha inspección , mucho análisis. Es caro, hacerlo bien obliga a tener profesionales muy bien formados, con compromiso y dedicación.

Las evaluaciones nos dicen que esas privatizaciones pueden ahorrar, que la calidad de los servicios no se reduce aparentemente y que la satisfacción de los ciudadanos no se resiente. Ahorran porque quizá gestionen mejor. También porque gastan menos, mucho menos en una partida cara: la investigación.

Me emociona cuando los trabajadores de un hospital lo defienden. Lo consideran suyo, ese sentido de pertenencia es muy importante para la salud emocional. No basta con ganar dinero, hay que amar lo que se hace y donde se hace. Pero eso no puede ocurrir si uno es un mercenario trabajando para una compañía privada. No forma parte. También afecta a los trabajadores propios. Hay una especie de anomia cuando casi todo está externalizado. Le llega en camiones la comida o el instrumental quirúrgico o envían por la red las radiografías para que las interpreten.

Ese organismo que es un hospital está compuesto de órganos y tejidos trasplantados. Quizá sea más eficiente, pero menos humano. Externalizar puede ser una buena estrategia siempre que no produzca un daño a la personalidad del hospital, a ese ser que produce salud y también empleo de calidad.

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