Opinión | Análisis

«Señor Milei, quizá usted me considera imbécil, para mí usted es un tolete»

Ángel Luis Araujo, canario con parálisis cerebral, escribe una carta al presidente argentino por haber llamado imbéciles, idiotas y retardos mentales a las personas con discapacidad

Ángel Luis Araujo

Ángel Luis Araujo / La Provincia

Como en la canción de Víctor Manuel, cuando Ángel Luis nació «su frente se quebró como cristal». Problemas en el parto le provocaron una parálisis cerebral que le ha afectado a su sistema nervioso y a su motricidad, lo que le ha provocado problemas a la hora de hablar o de moverse. Pero su coeficiente intelectual y su capacidad de entender no se vio afectada. Desde joven Ángel Luis se interesó por la política, por la ecología, los movimientos sociales y la música de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Ismael Serrano o el Taller Canario de Canción.

Hoy Ángel Luis cumple 49 años. Aunque hasta los 20 y pocos años, cuando lo conocí, podía caminar sin ayudarse de muletas. Poco a poco fue perdiendo movilidad, se le ha ido comprimiendo la médula y ha tenido varias hernias. Ha pasado dos veces por el quirófano y más de la mitad de su vida se ha tenido que mover en silla de ruedas. Cuando no tiene rehabilitación, Ángel Luis pasa los días recorriendo la avenida de Las Canteras en su silla de ruedas, ahora eléctrica, pero la cosa era más dura cuando había que empujar las ruedas. Desde La Puntilla al Auditorio Alfredo Kraus, su paseo diario es también un encuentro con conversaciones y bromas con las decenas de personas que se encuentra en el camino.

Su padre, Luis, fue trabajador portuario, pero falleció recientemente. Y su madre, Coralia, es una madre coraje que ha estado siempre junto a Ángel Luis, viajando con él a las revisiones anuales a Barcelona, luchando para recibir apoyo público a los gastos que provoca la situación de su hijo.

Hace una semana Ángel Luis me llamó indignado. Había escuchado en la radio que el gobierno argentino había publicado en el Boletín Nacional un decreto de la Agencia Nacional de Discapacidad donde llamaba «idiotas» a las personas con un Coeficiente Intelectual hasta 30, que no leen, ni escriben, ni conocen el dinero. Pasaría a ser considerado imbécil los de coeficiente entre un 30 y un 50, que «ni leen, ni escriben ni pueden realizar tareas rudimentarios». Entrarían en la categoría de débil mental profundo quienes «tengan entre 50 y 60 de coeficiente intelectual, tengan un vocabulario simple, no manejen el dinero y pueden realizar tareas rudimentarias». Y por último estarían las «retardos mentales», que serían los que tienen un déficit en el crecimiento mental y escasez del desarrollo intelectual».

La intención del gobierno de Javier Milei era recortar las prestaciones que reciben las personas con discapacidad. Pero en lugar de buscar el camino de los eufemismos, prefirió usar la motosierra para recortar cualquier resquicio de solidaridad y permitir que se insultara a esas personas. Ante las protestas de muchos colectivos sociales, el gobierno argentino decidió retirar la resolución gubernamental que había publicado a mediados de enero. Pero la indignación de Ángel Luis sigue, y hace unos días me llamó. «Estoy indignado con lo que hizo Milei, y quiero escribirle una carta, y que me ayudes a que la carta le llegue a ese…».

Ángel Luis tiene parálisis cerebral, pero puede leer, escribir y escucha la radio todos los días. Amanece con Angels Barceló y se va a la cama escuchando a Aimar Bretos en hora 25 de la cadena SER. Le gusta leer el periódico mientras se toma un café en un bar en la zona del Auditorio en Las Canteras. Mientras tomamos el café saluda a la gente que entra al bar. «Concéntrate, vamos a escribir la carta a Milei», le digo mientras apuro mi cortado. Y Ángel Luís me va dictando la carta a Milei, que en realidad es el desahogo de un ciudadano indignado.

Hoy me tocó ser cartero. «Pero ¿tú sabes dónde hay que mandarla para que la lea Milei?», me pregunta. En realidad no dice «Milei», sino «el cabrón de Milei». Ángel Luis es uno de mis mejores amigos. Hemos compartido confidencias, secretos sobre amores o algunas bajonas suyas cuando se cansa de sentir que el cuerpo puede ser una cárcel. Hemos ido juntos a bares, a un concierto de Pablo Milanés y a otro de Manolo García. Pero hoy me quiere de cartero… y de periodista: «Porfa, intenta también que publiquen la carta en LA PROVINCIA». Pues vamos con el encargo, aquí pueden leer la carta. He quitado algunas expresiones malsonantes que aludían a la mamá de Milei, no había necesidad, los padres de Milei no se hablan con el presidente argentino. Hay cosas peores que ser idiota. Aquí va la carta a Milei:

Señor Javier Milei, presidente de la República Argentina:

Soy un ciudadano canario que tengo una discapacidad. He podido salir adelante gracias al apoyo de mi familia, pero también recibo una prestación de poco más de 300 euros. Seguramente a usted le parecerá eso mucho dinero. Y no dudo que si yo viviera en Argentina, me hubiera usted metido en su decreto, para recortar la prestación. Lo tendría difícil conmigo, porque le costaría meterme en la categoría de idiota, porque yo puedo leer y escribir y conozco el dinero. Tampoco sería imbécil porque puedo realizar tareas rudimentarias, ni podría ser débil mental profundo, porque mi vocabulario no es tan simple, y entendí su decreto, por eso me indignó y puedo manejar el dinero. Por cierto, que obsesión tiene usted con el dinero, presidente, que para definir a las personas tiene en cuenta si conocen o manejan el dinero.

Escucho mucho la radio y he ido viendo sus políticas de recortes sociales. Y me acuerdo de haberlo visto a usted ir a misa con sus ministros, nada más entrar en el gobierno en diciembre de 2023. Recuerdo que usted saludó haciendo reverencia al obispo de Buenos Aires, usted, que cuando era tertuliano dijo que el Papa Francisco era representante del diablo en la tierra. Para usted, quienes estén con los pobres son amigos del diablo y lo entiendo, les pasa a todos los que tienen como dios al dinero. Pero es usted capaz de darse golpes en el pecho mientras el obispo decía en esa misa que «No hay libertad sin fraternidad, no nos dejemos robar la fraternidad social, nadie es prescindible». Está claro, señor Milei, que usted no entendió nada.

Señor Milei: ¿Por qué quiere recortar las prestaciones a las personas con discapacidad? ¿Será que quiere dar ese dinero a sus amiguitos multimillonarios? Me parece indignante, señor Milei. Se lo dice un ciudadano canario con discapacidad. No sé si usted me considerará idiota, imbécil o retardo mental. No lo sé. Lo que sí sé es que usted, señor Milei, se merece el título de «Presidente Tolete». n

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