Opinión | Reflexión

Octavio Camino

Canarias y el Futuro

Archivo - La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, durante una sesión plenaria del Senado.

Archivo - La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, durante una sesión plenaria del Senado. / Diego Radamés - Europa Press - Archivo

Canarias lleva años debatiendo sobre cómo mejorar la innovación, la tecnología, la productividad, el empleo y los salarios. No importa qué gobierno esté al mando; seguimos atrapados en el mismo agujero. Disponemos de diagnósticos, análisis y medios suficientes para salir de él, pero algo nos frena. Los organismos regionales parecen tener claro lo que está mal y qué se debería hacer, pero los resultados no llegan.

Hemos construido una maraña de entidades, programas regionales, nacionales y europeos, todos con su burocracia particular. Al final, nadie sabe exactamente qué hay disponible ni cómo aprovecharlo. Si hasta Europa tuvo que aprender la lección con Airbus o los cohetes Ariane, ¿por qué insistimos en intentar resolver problemas complejos con estructuras aún más complejas? Para abordar montañas de trabajo, la única solución viable es dividirlas en partes manejables y repartirlas de manera efectiva.

El Gobierno de Canarias ha definido 14 áreas estratégicas, intentando abarcarlo todo. Sin embargo, no todos estos sectores tienen un plan específico, un presupuesto claro ni objetivos bien definidos. Repetimos hasta la saciedad nuestras ventajas competitivas –universidades, clima, conectividad, régimen fiscal– sin conseguir que se traduzcan en un verdadero motor de desarrollo. Nos hemos convertido en expertos en describir lo que podríamos ser, pero no en hacerlo realidad.

Mirando al futuro con otra perspectiva

Veamos el caso de China. Cuando decidieron impulsar la industria automovilística, entendieron que competir con los motores de combustión occidentales era un callejón sin salida. En lugar de eso, atrajeron a gigantes como Volkswagen y General Motors para aprender de ellos, pero rápidamente pusieron su foco en la siguiente gran ola: los coches eléctricos y las baterías. Hoy, las empresas occidentales están en retirada y China lidera el sector.

Algo similar ocurrió con Huawei y el 5G. Estados Unidos, al ver la cantidad de patentes acumuladas por la compañía china, entró en pánico y optó por prohibir su uso, llevándose consigo a varios países occidentales. ¿Por qué? Porque China no intentó alcanzar a los demás en su propio juego; apostó por el siguiente nivel.

¿Por qué no hacemos lo mismo en Canarias? En vez de intentar igualarnos a regiones con ventajas estructurales imposibles de superar, podríamos poner toda nuestra energía en un ámbito concreto, en "lo siguiente". ¿Y si en vez de enredarnos en formularios, burocracia y estructuras ineficientes, construimos un sistema centrado en las personas y las empresas?

Imaginemos una Canarias diferente

Imaginemos un sistema en el que ni ciudadanos ni empresas tengan que perderse en la burocracia buscando ayudas, contratos o préstamos. Un sistema que, según tu perfil, te conecte automáticamente con oportunidades, colaboradores y financiación. Que incluso rellene los formularios por ti.

Imaginemos que nuestros funcionarios, en lugar de gestionar papeles y procesos confusos, trabajen en hacer el machine learning del sistema que permita que esto sea posible. Que no necesitemos conocer cada programa o entidad específica, porque el sistema lo haga por nosotros de forma automática.

Imaginemos que el foco cambia y que los verdaderos clientes de los servicios públicos son las personas y las empresas. Que, en lugar de estar al servicio de la burocracia, la burocracia esté al servicio de la gente.

¿Nos atrevemos a dejar de esperar y cambiar el paradigma? ¿O seguiremos siendo los últimos en reaccionar? ¿Qué opina usted?

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