Opinión | EN VOZ BAJA
Vegueta con sabor a Japón
El Kome Kome ofrece un viaje gastronómico que seduce desde que cruzas la puerta de un local único

Vegueta con sabor a Japón / La Provincia
Una galería estrecha a orillas del Guiniguada es el salvoconducto hacia una cocina mágica con un sabor único. Así comienza el viaje gastronómico en Kome Kome, un restaurante japonés que trasciende lo convencional y convierte cada plato en una delicia. Ubicado en el corazón de Vegueta, este pequeño templo de la gastronomía oriental seduce desde el instante en que se cruza su puerta.
El espacio, una pasillo de muchos aromas e íntimo, se transforma en el escenario ideal para una experiencia sensorial que no deja indiferente. Allí, el talento de Yunier, brilla con fuerza desde hace una década. Su dominio del arte culinario japonés es simplemente excepcional. Cada niguiri flambeado, el sashimi, cada gyoza o la sopa de miso es ejecutado con una precisión casi ceremonial, donde la técnica se une con la creatividad para ofrecer sabores que despiertan emociones. Yunier no sólo cocina, crea, y sus platos tienen algo de mística, de poesía comestible.
Pero la magia de este establecimiento, a la orilla del Guniguada, no se limita a su carta. Marcel, con su trato exquisito, convierte la visita en una experiencia acogedora y cercana. Su amabilidad, el cuidado por los detalles y la calidez con la que trata a cada comensal hacen que uno se sienta parte de algo especial. Más que un servicio impecable, lo que ofrece Marcel es hospitalidad genuina, de esa que se recuerda y se agradece.
En la barra, corazón palpitante del restaurante, se destila técnica, pasión y dedicación. Allí, el sushi es algo más que comida, es una expresión de respeto por el producto y amor por la cultura japonesa. El Kome Kome se erige, sin duda, como un japonés singular. Un lugar donde el tiempo parece detenerse y donde cada visita deja el deseo de volver a sumergirse en sus sabores sugerentes. Una joya escondida en Vegueta, donde la cocina de estos cubanos, con corazón canarión, elevan la experiencia gastronómica a un nivel inolvidable.
Cada visita a Kome Kome es también una lección silenciosa sobre el valor de la dedicación y la pasión por el detalle. No hay artificios innecesarios ni modas pasajeras, aquí toda gira en torno a la autenticidad y al respeto por los sabores puros. El arroz, perfectamente atemperado, el corte preciso del pescado y la armonía entre textura, revela una filosofía que apuesta por lo esencial. Esa devoción por la calidad, sumada al ambiente íntimo del lugar, hace que cada comida se convierta en un momento de conexión profunda con la tradición japonesa y con uno mismo. Porque Kome Kome no sólo alimenta el cuerpo, sino también el alma.
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