Opinión | RETIRO LO ESCRITO
Hasta la empuñadura
Los socialistas más inteligentes podrían reconocer que Torres debió quedarse encabezando la oposición al Gobierno de CC y PP y no dejando la gestión del partido – casi sin liderazgos insulares válidos entre otras cosas— a majaderos narcisismos adolescentes

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, ofrece una rueda de prensa posterior a la reunión de la XXVIII Conferencia de Presidentes, en Palau de Pedralbes de Barcelona, a 6 de junio de 2025, en Barcelona, Catalunya (E / David Zorrakino - Europa Press
¿Cuándo ocurrió? Pues quizás en la convalecencia de la operación. O tal vez antes, tras recibir el diagnóstico: es muy difícil saberlo. Los políticos profesionales (y él lo es) son gente tan obsesionados por el poder que incluso una enfermedad grave los deja indiferente. Lo importante es regresar cuanto antes a las trincheras de la moqueta.
No cabe ninguna reflexión sobre la mierda de vida que llevan que les impiden disfrutar de amistades decentes y no asquerosamente mediatizadas, del proceso de crecimiento y aprendizaje de sus hijos, de la reflexión libre de eslóganes o de la belleza fugitiva del mar mientras se pierde milagrosamente el tiempo.
Hay que volver corriendo, correr volviendo, justo los días, las horas y los minutos precisos para evitar un complot, una duda, la irritación o decepción del Jefe. Y eso es lo que ha hecho, por supuesto. Ni siquiera toleró que otro ministro asumiera temporalmente la dirección de su departamento. Un machote. Un machote feminista, por supuesto. Pero Ángel Víctor Torres ha querido ir más allá.
El presidente Pedro Sánchez tiene una cuadrilla predilecta en el Consejo de Ministros. Son aquellos más próximos, con los que pasa más tiempo y que han asumido (con satisfacción evidente) el papel de guardianes de las esencias sanchistas y prescriptores de las verdades monclovitas.
Son María Jesús Montero, Félix Bolaños, Pilar Alegría, Oscar López y Óscar Puente. El resto de los ministros evitan cuidadosamente la charlatanería apocalíptica contra los zombis de derecha y extrema derecha, la tronante denuncia de los bulos y los seudomedios, el insulto séptico al adversario político, la descalificación como gimnasia matutina o vespertina, el conspiracionismo enfermizo, el desprecio a la mitad del país que no vota ni votará jamás al PSOE.
Uno no consigue imaginarse a Margarita Robles, a Luis Planeas, a Jordi Hereu, o Carlos Cuerpo dedicados a estas casquerías. Algunos parecen intentarlo de vez en cuando, como Isabel Rodríguez o Ana Redondo, pero sabe a poco, y casi de inmediato regresan a su cueva. En el Club de los Cinco, sin embargo, se dedican a la producción de patrañas y agresiones excrementicias con entusiasmo sistemático.
Con tanto entusiasmo que incluso estando de baja paternal, Oscar Puente le ha lanzado un lapo burbujeante a Eduardo Madina por mostrar su estupefacción por las andanzas de una sujeta como Leire Díez por los pasillos y despachos del PSOE.
Ángel Víctor Torres ha presentado su solicitud – casi no es una metáfora – para que se le permita entrar con su propia escobilla en el retrete de los Cinco. Podría haber elegido la discreción, pero ha seguido el camino de Montero, Alegría y López, dando alas a un bulo grotesco en varios medios de comunicación, como la cadena Cope.
No le ha importado. Qué la va a importar al excelentísimo señor. Torres, sobre todo, es un hombre que cree que el respeto estricto a la jerarquía nos hace mejores. Por eso fue tan sensible a las demandas de Koldo García durante la pandemia del covid.
¿Cómo negarse a atender y entender con la mayor diligencia al asesor áulico del compañero secretario de Organización? Torres es como el Leonard Zelig imaginado por Woody Allen en la España actual: un camaleón sanchista que se adapta escrupulosamente al ambiente.
¿Mascarillas? Pues vamos a comprar mascarillas. ¿Mentir? Digamos que pretenden asesinar o al menos deportar al presidente del Gobierno. Es dudoso que al PSOE canario le convenga esto. Me refiero a que tener como candidato autonómico en 2027 al penúltimo entusiasta del sanchismo quizás salga un poco caro.
Los socialistas más inteligentes podrían reconocer que Torres debió quedarse encabezando la oposición al Gobierno de CC y PP y no dejando la gestión del partido – casi sin liderazgos insulares válidos entre otras cosas— a majaderos narcisismos adolescentes. Pero es que Madrid. Los Ministerios. La Moncloa. Y Pedro. Tantas veces Pedro.
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