Opinión | Reflexión
Trump auxilia a Sánchez

El presidente de EEUU, Donald Trump / Niall Carson/PA Wire/dpa - Archivo
Chus Viana, político incondicional de Adolfo Suárez, recibió en casa al presidente del PNV, Xabier Arzallus, y al lendakari Carlos Garaikoetxea, dispuestos a ficharlo. Se resistió diciendo que era «vasquísimo», alavés y patriota, pero no nacionalista. «¿Pero qué lo impide?», preguntaban, agotados, los visitantes. Viana contaba divertido que los ahuyentó, diciéndoles: «No puedo ser nacionalista porque a mí me gusta reírme algunas veces».
Esto mismo podría aplicarse a gentes del PP –no a todas– tras siete años sin reír. Celebraban en mayo de 2018 que habían aprobado los Presupuestos, cuando una inesperada moción de censura a Mariano Rajoy los sacó del poder. Desde entonces, odian a Pedro Sánchez y expresan su agrio malestar. La bancada popular del Congreso se superó hace pocas semanas con abucheos contra el Gobierno cual hooligans de los que denigran los estadios. Que el gabinete de Sánchez va a caer un día u otro lo sabemos todos; pero estremece pensar que la responsabilidad del Estado puede quedar en manos de semejante tropa enfurecida. Cualquier asesor del PP debería atreverse a trasladarles que la imagen es deplorable.
Estos días de calor asfixiante e incendios políticos devastadores, un abogado del Estado y dos consultores, peperos confesos, admitían que «ya teníamos a Sánchez frito con lo de Cerdán, hundido, y llega Donald Trump a echarle un salvavidas». De paso, Sánchez ha incendiado los parlamentos de Europa, recriminando la oposición a sus gobiernos por no haber tomado distancias con el gasto armamentístico del 5% del PIB, «como hizo el presidente español».
Núñez Feijóo lo ha resuelto acusándolo de «dividir a Europa», pero sin dar explicaciones convincentes de lo que él haría en el Gobierno ante el despropósito del 5% El laborista Keir Starmer en Reino Unido ha tenido que retirar recortes sociales por un plante de cien de sus parlamentarios. Y lo que vendrá.
De modo que con el oxígeno vital de Trump y con el aplauso de las oposiciones europeas, Sánchez sigue respirando. Y quién sabe si rezando, para que otros dos informes pendientes de la investigadora UCO no le revelen más corruptelas en su partido, o en su Gobierno. Su militancia está dolida y avergonzada. «No hay derecho a esto», sentencian en cinco palabras.
Pero la pregunta más extendida estos días contiene un solo verbo: «¿Aguantará?». Ya se sabe a quién se refiere la incógnita. A Sánchez. Hasta hace unas semanas la misma pregunta se refería siempre a Carlos Mazón, impertérrito tras 227 ciudadanos ahogados mientras él pasaba una tarde de fiesta. Lo de Sánchez le supone un respiro. Menuda carambola: de Trump a Mazón, pasando por Sánchez.
En España puede ocurrir cualquier cosa. Para algunos socialistas que no lo ven todo perdido, si Sánchez pasa de este fin de semana, renovará la dirección del partido. Y si después llega a septiembre remodelará el Gobierno. La pregunta clave es con quién hará esos cambios. ¿Queda alguien con capacidad de liderazgo, después de no haber dejado crecer alternativas? ¿Quién aceptará ser ministro de Sánchez en esta situación? Nadie sabe nada. Si acaso, la UCO.
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