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Opinión

Caminando con los jóvenes, los eternos olvidados

Up2U Project es una iniciativa que empezó hace nueve años, promovida por la jueza canaria Reyes Martel

Camino de Santiago: primera etapa del camino francés

Adolfo Rodríguez

Cuando le dije a mi psicóloga que había decidido hacer el famoso Camino de Santiago con un grupo de adolescentes con medidas cautelares se emocionó. Más aún cuando le mencioné que el motivo por el que íbamos a hacer la peregrinación era la salud mental. Y es que, según sus propias palabras, la sociedad parece haber olvidado que los jóvenes existen, ya que todos sus esfuerzos se centran en la infancia o en la vida adulta. Ni todo lo que hacen es fruto de la edad del pavo, ni todos sus errores son irremediables.

Up2U Project es una iniciativa que empezó hace nueve años. Lo hizo tras la reflexión de la jueza canaria Reyes Martel. Ella, una apasionada del entorno del menor, reflexionó e ideó varias alternativas para sacar adelante a adolescentes que tomaron el camino equivocado. Precisamente, de ahí nació el ‘Camino de los valores’. Una alternativa a las numerosas medidas que acumulan muchos de ellos en el enésimo intento por enmendar sus equivocaciones.

Durante las primeras ediciones, fueron varios los medios que titularon con sorna creyendo que si un adolescente cometía un delito bastaba con realizar una peregrinación, pero no. Era mucho más. Prácticamente todos ellos llevaban meses cumpliendo condenas que les impuso la jueza de turno y, además, quienes cumplían los requisitos podían optar a hacer el viaje. No cualquier viaje, sino uno emocional.

Llegamos a las seis de la mañana al aeropuerto y apenas se apreciaba emoción. Normal, no eran horas. El vuelo a Vigo despegó con decenas de personas procedentes de distintos rincones del archipiélago dispuestos a entregarse. Encomendarse a la reflexión más absoluta. ¿Por qué lo hice? ¿Qué me llevo a comportarme así? ¿Estuve correcto? ¿Es esta la vida que quiero en un futuro? ¿Acaso estoy tomando las decisiones acertadas? ¿Qué me depara el mañana? ¿Voy a mejorar? Claro que sí. Mamen, de IDEO, confesaba estar tranquila y segura de todos y cada uno de “sus niños”, de esos a los que vio cometer atrocidades y la evolución es más que favorable y evidente. También dijo en más de una ocasión que se sentía “orgullosa”, pues de haberse comportado mal en el pasado ahora uno de ellos era “el faro de sus compañeros”. Yonel, de Carrizal, se pasó desde Samos hasta Santiago de Compostela, pasando por Portomarín e incluso por Sarria, animándonos a todos. Con cánticos, empujando a los que estaban más cansados, compartiendo su historia en primera persona, dedicando palabras de ánimo a los que no estaban teniendo una buena jornada… Yonel fue uno de los que llegó a la Plaza de Obradoiro y lloró. Se emocionó a los pies de la Catedral de Santiago. Solo sabe él qué le pasó por la cabeza, pero estoy seguro (y también de no equivocarme) que le espera un futuro brillante. Y el pasado quedará en anécdota y pura reflexión.

Hay quien dijo que es muy probable que Yonel coja el testigo a Tama, “el faro” de esta edición. Él llegó en patera desde Mali huyendo de una guerra civil, aguantó los comentarios racistas del destino en el que naufragó, se equivocó, cumplió condena, reflexionó, hizo el Camino de Valores y en el presente juega al baloncesto de manera profesional y es intérprete para la policía en Gran Canaria. Todo un ejemplo a seguir.

Hay muchos tipos de faros en el mundo. De piedra, mármol, gigantes, más pequeños, de líneas horizontales, con la luz que se ve en el horizonte y los que la tienen fundida. Todos merecen ser visitados y guían, otras veces tan solo necesitan una mano de chapa, pintura y dejarse ayudar. Todos igual de válidos.

"El silencio, la gran lacra de la sociedad"

Durante una de las etapas del camino francés, el elegido para celebrar la novena edición de la iniciativa de Up2U Project, hablé largo y tendido con Reyes Martel. Ella misma fue quien condenó a la gran mayoría de los jóvenes canarios que se encontraban atravesando Galicia esos días y compartía, emocionada y con orgullo, el avance que notaba en ellos. A pesar de que muchos intentaron ridiculizarla en sus inicios, el proyecto sigue contando en la actualidad con un 80% de casos de éxito. Muchas son las comunidades autónomas del resto de España que se sumaron a su idea, lo que lo convirtió desde el principio en un camino en el que poner el ojo y el pie. Tal y como hicieron algunas de las autoridades que allí representaban a Canarias: Candelaria Delgado, Alexis Moreno, Rebeca Paniagua, Ulises Santana, Ruimán o Eduardo, de San Bartolomé de Tirajana, entre muchos otros. Y no solo de Canarias, también reconocidas caras de todo Galicia que pusieron en valor la existencia del Camino que se reconoció en la isla de Gran Canaria en el pasado.

No voy a olvidar las grandes cuestas que tuvimos que bajar, la mítica tortilla de papas que nos dieron a las siete de la mañana ni haberlo hecho junto a mi padre, que demostró estar en plena forma. Ni a los adolescentes que abrieron su corazón compartiendo auténticas historias de terror y haciendo visible que la reinserción es posible, que los errores solo definen un momento puntual de toda nuestra vida y no tienen por qué acompañarnos en el futuro. Tampoco voy a olvidar el motivo que nos llevó a caminar más de cien kilómetros: la salud mental. Eso que me llevó a estar postrado en un sofá, salir espantado de muchos edificios y asomarme a alguna que otra vía de tren. Decía Esmeralda, una de las psicólogas del camino, que el silencio es la gran lacra. Ojalá nunca nadie crea que el silencio es la mejor de las opciones porque aquello de lo que no se habla se vuelve invisible.

Seguiré tendiendo mi mano a todas las personas que así lo necesiten, independientemente de si están en el camino comúnmente denominado como “correcto”, o no. Espero que las autoridades políticas de España en general y Canarias en particular sigan creyendo en proyectos como este y no lo ensucien. Deseo una sociedad cada vez más diversa e inclusiva y, por tanto, mejor. Eso los incluye a todos ellos guiados por nosotros.

No están solos. No los dejemos solos. Sigamos tendiéndoles la mano en su camino.

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