Opinión | Crítica
Oscuros negocios

Hernán Roselli
Como potencia cuasi hegemónica en el marco de la industria cinematográfica latinoamericana, el cine argentino sigue disponiendo de cierta ventaja, tanto en el plano estrictamente industrial como en el artístico, a la hora de situar muchas de sus producciones en las cadenas de distribución más estratégicas y en los certámenes internacionales más influyentes.
De ahí que su presencia habitual en citas internacionales como, pongamos por caso, las de Cannes, Venecia, Karlovy Vary, Berlín, Róterdam, Locarno, Toronto, Sundance, La Habana, Huelva o San Sebastián se hayan convertido, desde hace más de dos décadas, en sus mejores plataformas promocionales.
Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, película que hoy ocupará la pantalla de la Casa de Colón, escrita y dirigida por el cineasta bonaerense Hernán Rosselli, constituye otro ejemplo de esta incuestionable realidad que viene caracterizando a la cinematografía de aquel país: una posición privilegiada en el marco internacional gracias a la cual está consiguiendo visibilizar trabajos de marcados tintes innovadores, como muchos de los filmes que han integrado la programación de Ibértigo desde sus años fundacionales o la del propio certamen capitalino desde sus inicios hace ya 25 años.
Rosselli (Buenos Aires, 46 años), fundador y editor de Las Naves, prestigiosa revista especializada en cine de autor, dirigió en el año 2014 el largometraje Mauro, que participó en la sección competitiva del Festival de Róterdam, obteniendo el Premio FIPRESCI (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica), en la prestigiosa Quincena de Realizadores de Cannes y el Premio Especial del Jurado en la sección oficial del BAFICI.
En la actualidad comparte sus trabajos como director impartiendo clases de Cine Documental en la Universidad de Cine de Buenos Aires.
Con semejante currículo no albergamos la menor duda de que, efectivamente, en Algo viejo, algo nuevo, algo prestado nos encontramos ante una película fuera de norma, una película que absorbe la sabia natural de tres géneros tradicionales, como el thriller, la comedia y la crónica social, para conformar una suerte de mirada calidoscópica sobre la ciudad de Buenos Aires en un momento histórico sacudido por la incertidumbre política, el caos financiero y el desapego popular hacia los principios democráticos.
Así, Rosselli nos muestra una compleja panorámica sobre una de las metrópolis más populosas del planeta al tiempo que nos introduce en los intersticios del inframundo de las apuestas ilegales como otro síntoma más del deterioro moral de un país encerrado en sus propias miserias.
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