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Opinión | RETIRO LO ESCRITO

Contestar a Vox

El deber democrático consiste en quedarse, dar la cara, desmontar con rigor y responder con ironía a las narrativas ultraderechistas

Acto de Santiago Abascal en el Círculo Mercantil

Acto de Santiago Abascal en el Círculo Mercantil / José Carlos Guerra / LPR

El otro día se produjo una pequeña estampida en la comisión de Gobernación, Desarrollo Económico y Justicia del Parlamento de Canarias. Hablaba Samuel Vázquez, un compareciente invitado por Vox, que por supuesto centró su intervención en la relación causal entre inmigración irregular y aumento de la delincuencia. En realidad la declaración se desarrolló en dos partes. En la primera Vázquez (policía nacional y criminólogo) se limitó a proporcionar datos oficiales sobre la criminalidad en las islas, aunque en algunas ocasiones ordenó o desordenó las cifras de manera ligera y deliberadamente confusa. En la segunda parte, en cambio, ofreció sus interpretaciones de unos datos que había sobado un poco anteriormente para ajustarla a su particular hermenéutica. Su conclusión fue exactamente la habitual en Vox: Canarias, como España, vive la mayor ola de criminalidad de su historia.

A un servidor le gustaría ver a este personaje en determinadas calles de Caracas, de Medellín, de Buenos Aires o incluso de Nueva York, Moscú o Seúl. Tal vez bastaría con que paseara a la caída de la tarde por algunos barrios de Barquisimeto en Venezuela o El Rosario en Argentina para que compruebe lo que es un espacio urbano peligroso, degradado y a menudo mortal, donde las fuerzas de seguridad locales forman parte habitualmente de las redes delictivas. Es cierto que se han producido incrementos relevantes en varios delitos en Canarias durante el último año. Esta es una sociedad más violenta que a principios de siglo y existe una relación clara entre aumento poblacional y crecimiento de los delitos, pero no por la inmigración irregular. La inmensa mayoría de los avecindados en las islas en la última década son ciudadanos comunitarios, europeos extracomunitarios y latinoamericanos. La población canaria de orígenes africanos representa solo un 9,4% de los nacidos en el extranjero. La mitad marroquíes. En España el porcentaje es de 17,5%. Una referencia reciente y obligada: la investigación publicada en la revista Island Studies Journal y firmada por los profesores Luis Manuel Jerez-Darias y Josefina Domínguez Mújica. Entre las medias verdades del compareciente de Vox figura el aumento de asesinatos en la región. Para precisar: en efecto, han aumentado los delitos contra la vida, pero el incremento se debe a los homicidios imprudentes, atribuibles en casi todos los casos a accidentes laborales. Es curioso que en su tremebunda perorata Vázquez no cite la principal fuente de asesinatos en Canarias: la violencia machista.

Hasta aquí lo normal. Vox se nutre de todo ese detritus tóxico de mentiras, falsificaciones, verdades desfiguradas, omisiones y sandeces. Pero ocurrió algo en la comisión. Fue cuando Samuel Vázquez se puso definitivamente farruquito y soltó que las agresiones sexuales habían aumentado en Canarias más de un 200% entre 2017 y 2024, y que la Fiscalía escondía deliberadamente un dato tan escandaloso. «Y si la fiscal superior de Canarias sigue negándolo», subrayó, «pondremos una querella». El PSOE y Nueva Canarias optaron por abandonar la comisión y hablar de la intolerancia, los discursos de odio, el fascismo, etcétera. Una cansada exhibición de dignidad democrática. A continuación Samuel Vázquez, acompañado de Paula Jover y Nicasio Galván, lloró como un macho victimizado por esta democracia traidora, opresiva, tendenciosa. Vázquez antes que un criminólogo es un activista político ultra y basta con revisar su cuenta en X para comprobarlo. Pero dudo mucho que la respuesta más apropiada a la estrategia de Vox sea abandonar plenos o comisiones. En el fondo, más que una actitud digna, es una actitud cómoda. El deber democrático consiste en quedarse, dar la cara, desmontar con rigor y responder con ironía a las narrativas ultraderechistas. Y me temo que para eso uno debe trabajar. Deben currárselo frente a esta amenaza sistémica, a este pujante autoritarismo al que no se contesta mandándose decorosamente a mudar para, a los diez minutos, disfrutar de una terraza tomando cañas. Y me traes una tapa de ensaladilla, que Abascal me pone malo.

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